Algún amable lector me recomienda que haga un ejercicio de introspección, me olvide del Madrid, me olvide del madridismo, me olvide de la caverna mediática y me dedique a analizar los motivos del bajo rendimiento del Barça fuera de casa, escriba sobre la responsabilidad de los jugadores, enumere los errores de Guardiola y desnude la capacidad de Rosell.
No quiero.
Es evidente que el Barça no funciona esta temporada como lo hizo, por ejemplo, la anterior, pero no me parece que el equipo esté sumido en una crisis insuperable.
Se ganará todo, o no se ganará nada, pero después de haber soportado el acoso y derribo de unos medios legítimamente hostiles pero desmesuradamente hostigadores, aunque la autocrítica sea necesaria, exigir un mínimo respeto es obligatorio.
Un club que esta misma temporada ha sido fulminado por el Barça en dos competiciones, se arriesga demasiado al pretender descartar al rival insistiendo obstinadamente en una supuesta igualdad moral que en realidad tiene trampa.
Lo que buscan los altavoces mediáticos del merengonismo más recalcitrante es criminalizar las buenas formas en base a una supuesta hipocresía que, de un plumazo, sitúan al mismo nivel de su constante mala baba. Esa mala baba pasa entonces a ser simple anécdota en comparación con el insufrible fingimiento blaugrana.
Que Mourinho exhiba un folio facilitado por el propio club es, por premeditación y evidente mala folla, una demostración más de señorío. Que Messi explote porque un árbitro sabedor de que se ha abierto la veda, le vacile descaradamente, es una clara muestra de que en la derrota se falta a los falsos valores del club.
Aquí nadie es un santo, pero es asombroso que tantos estén dispuestos a dejarse convencer por tan pocos de que siempre será mejor ser un ateo que, en nombre de su ateísmo, le pega una patada en el culo a un cura, que ser otro ateo, tan ateo como el primero, que un día se atreve a discutir de teología con el mismo cura, al que prometió, eso si, no agredir nunca. ¡Puñetero! Si en el fondo lo que estás deseando es darle una paliza de campeonato, ¿porqué te limitas a hablar con él? ¡No seas hipócrita! Es mejor agredirle, insultarle y calumniarle. Vamos, lo a gusto que te quedas...
El fútbol no es más que un juego, y es bueno que alguien pretenda llevar la cordura que tanto falta en este ámbito. Pero nadie puede exigirnos que, viendo como se nos mean en la oreja, tengamos que decir que llueve mucho, que la lluvia es buena y que gracias por llovernos un poquito encima.
Si algún culé quiere ser pesimista, tiene todo el derecho. Que lo sea ahora. El escenario actual es el más propicio de los últimos años para serlo. Pero es inadmisible que sea la caverna quien obligue al barcelonismo a ser pesimista. Sobre todo viendo como ahora, encima, algún merengón se permite comenzar a dar clases de deportividad y buenas maneras.
Yo, mientras tanto, seguiré bramando en el desierto. Será que soy otro mea colonia.