jueves, 5 de diciembre de 2013

Hasta pronto, Josep.

¿Como nos haces esto, Josep?

Te vas y nos dejas. A nosotros, a esos pobres diablos que hemos querido creer que te afectaban, aunque sólo fuese un poquito, nuestros airados rebotes ante tus continuas, interesadas y dirigidas provocaciones.

Te vas con aquella aureola de estar por encima del bien y del mal que, nos tememos, será difícil que te abandone por muchas bofetadas que te lleves.

Porque tu, que eras un periodista deportivo insertado en el pelotón, has creído dar con la piedra filosofal a partir de un invento que ni siquiera es tuyo, que ni siquiera es original. Porque, Josep, el sesgo, la falta de rigor, el partidismo... la grosera manipulación en definitiva, no llegó de la mano de Punto Pelota.

Si hay que admitir, sin embargo, que tu has sido capaz de mentir mirando directamente a la cámara, sin pestañear, sin rubor... con una sonrisa. Hay que reconocer que, instalado en el más hortera de los sensacionalismos, has sido capaz de impartir lecciones de periodismo desde la más escandalosa de las impudicias, con aquella alegría. Hemos tenido que soportar tu estoico victimismo ante esos compañeros que tanto te han atacado, pero de los que tan poco te ha costado reírte. En eso, Josep, si has sido el líder indiscutible de nuestras madrugadas.

Te vas y nos dejas, pero sabemos que será por poco tiempo, porque son, somos muchos, los enfermos que necesitamos que alguien nos muestre el lado oscuro, que alguien nos recuerde que hemos venido a este mundo a odiar al prójimo.

Sabemos que una cadena más potente te prestará un altavoz aún más grande para que puedas seguir emponzoñando aquello que algunos llamaban deporte.

Mientras tanto, tu pobre sustituto, y los sustitutos de tus adláteres, han tenido que estrenarse reconociendo su madridismo en una especie de catarsis purificadora en la que redimir tus pecados.

No era necesario. Se escorarán, seguro, hacia tu territorio. Las audiencias mandan. Pero no les servirá de nada. La gente necesita, necesitamos, al camello de toda la vida, al que sabemos que nos dará aquello que, aunque nos destruya, tanto nos gusta. Y tu estarás allí. Y nosotros te veremos... o quizás no. Al fin y al cabo, todo tiene un límite.

En cualquier caso, hasta pronto Josep.