viernes, 20 de julio de 2012

Fútbol tóxico.



A poco más de un mes para que se reinicie la conflagración Barça-Madrid, algunos vivimos con la extraña sensación de que nos falta aquello que nos mata.

Como otros adictos a sustancias altamente perjudiciales, estamos esperando a que comiencen a saltar las chispas de una temporada que, por desgracia, parece acotada a los enfrentamientos entre el F.C. Barcelona y el Real Madrid.

Tanto da que hablemos de la Supercopa de España, de la Copa del Rey, de la Liga o de la Champions. El morbo está, más que en dilucidar quien será el mejor, en ver que animaladas soltará uno, que animaladas hará el otro o que animaladas difundirán los de siempre.

Es triste, pero es culpa nuestra.

Apenas nos deleitaremos con un par o tres de partidillos de pretemporada sin intoxicación para, inmediatamente, caer en esa vorágine que en el fondo tanto nos gusta de manipulación, descalificaciones y odio.

Quisiéramos pensar que rechazaremos la perversión mediática y nos esforzaremos en  disfrutar de un fútbol sin toxinas.

Lamentablemente no será así.

jueves, 12 de julio de 2012

Carta abierta a Alfredo Relaño.


Apreciado Sr. Relaño:

En este negocio de hinchada y forofismo nadie puede reclamar una superioridad moral sobre el rival.

Hay buenos, malos y muy malos en las dos trincheras, y en cualquier caso, el sesgo partidista no es solo inevitable, es incluso necesario.

Pero que a estas alturas, alguien como usted, que dispone de francotiradores del calibre del enloquecido Tomás Roncero, insista en bajar de su atalaya para animar el cotarro desde la provocación es, por reiterativo, definitivamente cansino.

En su editorial de hoy, nos obsequia con una reflexión en la que, evidente y paradójicamente, ha invertido poco tiempo en reflexionar.

"La obsesión del Barça con Mourinho" es el título de un artículo en el que usted no dice ninguna mentira, ¡faltaría más!, pero en el que decide obviar muchas verdades.

Habla de "la vieja madriditis del barcelonismo". Madriditis real, pero absolutamente eclipsada por la actual barcelonitis del madridismo. 

¿Causas de la una y de la otra? Usted mismo las señala: "años de derrotas".

El F.C. Barcelona, por los motivos que sea, tuvo que sufrir la hegemonia de un Real Madrid que controlaba en España y dominaba en Europa. 

Pero "años de derrotas" no se curan con una Liga. Y por mucho que le pese, los "años de victorias", la hegemonía y el dominio en definitiva, son ahora del Barça, que puede permitirse el lujo de perder una Copa o una Liga sin quemarlo todo.

Pretende usted, Sr. Relaño, sustentar la actual, y supuesta, madriditis del barcelonismo en la figura de Mourinho, argumentando que "todo se proyecta sobre él".

Efectivamente, "todo se proyecta sobre él", pero vuelve usted a obviar, como la inmensa mayoría del madridismo, la mayor. Y la mayor es que todo se proyecta sobre The Special One porque esa es la principal misión del técnico portugués. La guerra abierta entre Mou y el barcelonismo la inicia un Mourinho resentido, que utiliza al Real Madrid, del mismo modo que el Real Madrid le utiliza a él, para descabalgar al F.C. Barcelona de su actual posición de privilegio, sin que la amoralidad de los medios utilizados supongan ningún problema mientras permitan alcanzar el fin desado.

Cuando afirma usted, Sr. Relaño, "que basta ver cómo de nervioso se pone el Barça con él para sabar cuánto le conviene al Madrid tenerle", se olvida de mencionar que en el deporte, no todo debería valer.

No debería valer acusar de lo que sea al rival, no debería valer presionar descaradamente a instituciones y colectivos, no debería valer amenazar impunemente a cualquiera, no debería valer imponer a los tuyos modelos de conducta reprobables y, está claro, no debería valer meterle el dedo en el ojo a la decencia deportiva para que después, una cohorte de aduladores te aplaudan y lo justifiquen todo basándose en que "como entrenador siempre valoré su excelencia".

Si para usted, Sr. Relaño, lo que cuenta es que todos "salimos ganando" con la presencia de Mourinho y Vilanova en la Supercopa de España, es que no ha entendido de que va esto del "deporte".

Si usted, Sr. Relaño, cree que el espectáculo debe continuar cueste lo que cueste, caiga quien caiga, está abriendo la puerta a que cualquier comité perdone cualquier animalada en pos de preservar la calidad de ese espectáculo al que de deporte poco le queda.  

Y es que, Sr. Relaño, no "canta como una almeja que sólo haya habido tal alarma cuando entre el puñado de beneficiarios está Mourinho". Lo que canta como una almeja es que usted, como la inmensa mayoría del madridismo, acudan siempre al recuerdo de episodios elevados a la categoría de mitos del merengonismo para justificar cualquier desmán del mourinhismo.

Si para usted es más grave no presentarse a un partido en el que la Federación pretendía que el F.C. Barcelona jugase con el portero suplente como jugador de campo que agredir a un componente del cuerpo técnico de otro equipo, o si para usted es infinitamente peor tirar una cabeza de cochinillo a un terreno de juego (lo realmente grave, por su peligrosidad, fue lanzar una botella de whisky) que agredir impunemente desde la grada al guardameta del equipo visitante, poco hay que hablar.

Al fin y al cabo, gracias a la labor de medios como el que usted dirige, lo que quedará para la historia será el escándalo de Stamford Bridge, escándalo con el que ni el Real Madrid ni José Mourinho tenían ninguan relación y en el que ustedes nunca han querido analizar a fondo la influencia arbitral en el global de la eliminatoria (más allá de las escandalosas manos de Piqué), será el "teatro" de jugadores que no son Di María ni Marcelo, serán el lapo y el balonazo a la grada de Messi o será el "puto amo" de Guardiola.

No hay más que eso. En esas ideas repetidas hasta la saciedad, se basan lo que para usted, Sr. Relaño, son la madriditis y la obsesión del Barça con Mourinho, olvidándose sin embargo de las denuncias del Real Madrid a jugadores del F.C. Barcelona para evitar que jugasen finales en las que ni siquiera intervenía el club blanco, de la filtración de infundadas acusaciones de dopaje contra jugadores del gran rival, de la manipulación de imágenes, de las calumnias del propio Mourinho contra una institución polideportiva con más socios y más antigua que el Real Madrid, de las furibundas campañas para evitar que el mejor jugador del mundo se convierta en el mejor jugador de la historia, del impúdico disimulo mediático ante agresiones dentro y fuera del terreno de juego de personal del Real Madrid...

En definitiva, la obsesión del Barça con Mourinho se basa según usted, Sr. Relaño, en la extraña obstinación de la culerada en no seguir el camino que marca el dedo de Mou.

No se preocupe, Sr. Relaño. Me temo que el barcelonismo en pleno seguirá dándole tema para que, junto a su gran éxito de ventas (el villarato), pueda usted seguir profundizando en las obsesiones de un equipo, de una institución que, mal que le pese, ha visto como su histórica madriditis ha sido absolutamente superada por la galopante barcelonitis de otros.

Confíando en que con artículos como el de hoy siga usted retratando fielmente esa barcelonitis, me despido de usted.

Saludos desde ahí arriba.

@extrizquierdo

miércoles, 4 de julio de 2012

¿Por qué no ganó Jordi Cruyff el Balón de Oro?



Hace poco más de veinte años, tuve la oportunidad de ver jugar algunas veces a Jordi Cruyff en el campo de tierra del colegio americano de Barcelona.

En esa época, varios compañeros de clase acompañaban al hijo de Johan Cruyff en uno de los cadetes del F.C. Barcelona, y aunque supongo que no les estaba permitido hacerlo, todos ellos jugaban, además, con el equipo del colegio.

En aquellas pachangas, Jordi Cruyff destacaba evidentemente, pero no más que el resto de los que compartían con él vestuario en Can Barça.

Después, el destino y los intereses de cada uno de aquellos chavales, marcaron diferentes caminos en sus vidas. El único que se dedicó profesionalmente al fútbol fue el propio Jordi Cruyff.

En definitiva, el hijo de Johan era un buen jugador de fútbol, pero no mucho mejor que tantos otros que no pasaron, ni pasarán, de jugar como simples aficionados. 

Pocos son los futbolistas capacitados para jugar en primera división, pero esos pocos son más de los que finalmente consiguen ocupar alguna de las codiciadísimas plazas disponibles.

Para alcanzar el éxito en el mundo del fútbol, como en tantos otros terrenos de la vida, además del imprescindible talento, son necesarios trabajo y sacrificio. Pero como en esas otras facetas de la vida, la suerte también juega un papel fundamental.

Sin ese punto de suerte, la mayoría de jugadores de fútbol profesionales serían ahora albañiles, agentes comerciales, aparejadores o boys de discoteca.

Sin embargo, existe un grupo de elegidos que, con suerte o sin ella, y gracias a sus descomunales facultades, están destinados a triunfar, sí o sí, en el coto reservado del fútbol de elite.

En ese selecto y relativamente reducido grupo de cracks, podemos situar a 50 o 100 futbolistas por generación, capaces de poner un estadio patas arriba en algún momento de sus carreras.

Pero aunque todos ellos lo pudiesen llegar a merecer; por mucho que Cristiano Ronaldo tenga la necesidad vital de destacar por encima del resto de los mortales; por mucho que Pirlo o Sergio Ramos se desmadren chutando penaltis a lo Panenka; por mucho que Casillas sea el mejor portero del mundo; por mucho que Iniesta o Xavi sean los mejores jugadores españoles de la historia; y por mucho que, en definitiva, la caverna pretenda hacer creer a sus incondicionales que jugadores como Arbeloa cumplen los requisitos necesarios para optar al Balón de Oro, hay un hecho que es absolutamente irrefutable: los jugadores que coincidan en el tiempo con un Messi en su actual estado de forma, tendrán que mirar desde la distancia el galardón que, con tanta impudicia, pretenden adjudicar a cualquier otro los medios nacional madridistas.

Si de lo que se trata es de distinguir al mejor jugador del mundo, el único destinatario objetivo del Balón de Oro, hoy por hoy, es Leo Messi.

Es opinión. Pero por mucho que le pese a la caverna, también es la pura y dura realidad.

lunes, 2 de julio de 2012

763 días después...


763 días después de que Florentino Pérez vendiese el alma del Real Madrid, la caverna ha declarado, oficialmente, que el modelo que cambió la historia del fútbol tiene un padre y una madre… adoptivos, pero padres al fin y al cabo.

La ilegal adopción del modelo comienza a gestarse cuando el 31 de mayo de 2010, Jorge Valdano presenta a un José Mourinho cuya misión vital, a partir de aquel momento, fue liquidar, por lo civil o por lo criminal, la supremacía del F.C. Barcelona.

En aquellos momentos, las credenciales del entrenador portugués se antojaban inmejorables, sobre todo teniendo en cuenta  que The Special One acababa de adjudicarse una Champions en la que había eliminado con el autobús al  todopoderoso Barça  y que desde un indisimulado resentimiento, ya había declarado una guerra abierta contra todo aquello que oliese a F.C. Barcelona.

Paralelamente, la Selección española, campeona de Europa en 2008 de la mano de un Luis Aragonés que había rebajado la Furia a base de toque y control, se hallaba a las puertas de proclamarse campeona del mundo dirigida por un icono del madridismo, Vicente del Bosque, que plenamente consciente de lo que se jugaba, había delegado ya el juego de la Roja en el incontestable sistema del F.C. Barcelona.

En este escenario, con el Barça controlando las competiciones de club e inspirando a la mejor selección del mundo, Mourinho se erigía como única oposición a la absoluta hegemonía de un sistema gestado en la Masía, y comenzó a planificarse el cavernario plan para arrebatar al Barça la tutela de ese sistema, la paternidad del concepto.

En la temporada del desembarco mourinhista, el Barça se adjudica Liga y Champions, mientras que una Selección con siete titulares blaugranas en sus filas, se pasea en su grupo de clasificación para la Eurocopa de 2012.

Algo fallaba. Pero la Copa del Rey se erige en la tabla de salvación de un proyecto mediático diseñado para destruir y no para construir.

Con el inenarrable éxito de una revalorizada Copa, la caverna emprende con renovados ánimos el camino que marca el dedo de Mou, para en una magnífica temporada blanca, ganar la LIga y decretar el fin de ciclo de un juego que aburre.

Así pues, con el guardiolismo cautivo y desarmado, y habiendo alcanzado el mourinhismo sus últimos objetivos; o sea, habiendo conseguido un estratosférico campeonato que deja en nada la ridiculez de una Supercopa de España, una Supercopa de Europa, un Mundial de clubes y una ahora desprestigiada Copa del Rey, sólo quedaba eliminar cualquier rastro blaugrana de una Selección que se asomaba al hito histórico de encadenar tres grandes títulos consecutivos. Es decir, había que apoderarse de uno de esos tripletes que, vía Real Madrid, tan caros resultan para la caverna.

La oportunidad se presenta en bandeja de plata con las lesiones de Puyol y Villa.

Sin pareja de centrales culés, Sergio Ramos deja el lateral derecho a un Arbeloa que según el criterio de algún iluminado, tendría más papeletas que el propio Cristiano Ronaldo para conseguir el Balón de Oro, en razón de títulos conseguidos.

Y con el mágico Arbeloa, Iker Casillas, Sergio Ramos y Xabi Alonso, el Real Madrid aporta cuarto titulares a una Selección que, contando con Albiol, da argumentos a The Special One para presumir de columna vertebral mourinhista en España, olvidando por supuesto que en cantidad y calidad, es el Barça el que sigue dibujando la personalidad de una Selección que, de todos modos, sigue aburriendo a la Corte del Tito Flo.

Pero ha bastado que Alfredo Relaño otorgase la paternidad de la excelencia a Luis Aragonés, que un Tomás Roncero acongojado por el extraño papel de su adorado CR7 en la Eurocopa derramase acongojantes lágrimas de cocodrilo ante la incomprensión de una España que ya no era la suya, y que a Sergio Ramos le diese por transformar un penalti a lo Panenka, para que, en el año en que Mou cree haberse cargado el concepto, a la caverna le de por publicar que España ha nacido por generación espontánea y no por la fecundación in vitro de los óvulos de la Masía.



Que se lo crean. Que se crean que 763 días después, Mourinho es el papá y la España de Manolo el del bombo la mamá del concepto.

Veremos con quien se queda el concepto a partir de finales de agosto…