viernes, 29 de julio de 2011

Vacaciones de verano.

Quien pueda, que disfrute como los buenos.
































A los demás siempre nos quedará el Gamper...

jueves, 28 de julio de 2011

¿Una plantilla corta?

Desde que Guardiola se hizo cargo del Barça, nos hemos cansado de oír, probablemente con razón, que el banquillo del Barça es muy corto, y que ante la lesión de uno de sus cracks, no existían recambios de garantía en el vestuario blaugrana.
A poco más de dos semanas del inicio de las hostilidades, con el partido de ida de la Supercopa de España en el Bernabéu, a más de un cavernario le ha entrado un enorme y repentino interés en velar por los intereses económicos del Barça, desaconsejando encarecidamente nuevos fichajes, como el de Cesc, ante el "descubrimiento" de Thiago. 

Y es que alguno parece darse cuenta que la "corta" plantilla del Barça, está compuesta en realidad por casi 50 jugadores, si tenemos en cuenta a los integrantes del primer equipo más los jugadores del Barça B, que demostraron la pasada temporada tener el nivel necesario para jugar en 1ª División.

De repente, los medios de Madrid se esfuerzan en comparar los resultados de las pachangas veraniegas de un Madrid obsesionado en demostrar su enorme potencial, con los de un Barça en el que, de momento han participado una mayoría de los componentes del filial no convocados por las selecciones inferiores más algún juvenil.

No hay más que ver el tratamiento que se dio desde Marca al empate entre el F.C. Barcelona y el Internacional de Porto Alegre en el amistoso de la Audi Cup de Munich, sin hacer prácticamente mención a los componentes de la alineación que presentó Guardiola: 

"Por Penaltis y gracias".

Pues de nada, porque el Barça fue perfectamente reconocible en su juego, pese a comenzar el partido con: Victor Valdés, Thiago, Iniesta, Riverola, Keita, Busquets, Maxwell, Afellay, Soriano, Fontàs y  Cuenca, y acabar con  Pinto, Balliu, Abidal, Carmona, Armando, Oriol RosellEspinosa, Dos Santos, Jeffren, Pedro y Villa.

La final de este torneo amistoso, la jugó de inicio con Valdés, Dos Santos, Fontàs, Sergio Busquets, Maxwell, Keita, Thiago, Iniesta, Pedro, Soriano y Villa, alineación con algo más de presencia, que le bastó para imponerse por 2-0 a un Bayern de Munich plagado, eso sí, de suplentes (vamos, que Jupp Heynckes no puso a su equipo de gala).




Hay que tener en cuenta, que Sergi Gómez y Gerard Deulofeu están con la Sub-19 en Rumanía, y que tampoco participan en la pretemporada Carles Planas, Marc Bartra, Oriol Romeu, Sergi Roberto ni Cristian Tello (sin contar con Kiko Femenía), todos ellos convocados por la Sub-20 para el Mundial de Colombia. 

Ante eso, y ante la exhibición de Thiago, se está organizando en Madrid la cofradía del "Cesc quédate donde estás y no vengas a tocar las narices", no vaya a ser que con Xavi, Iniesta, Thiago y Cesc, el Barça se garantice una transición progresiva en su medular que le pueda permitir mantener su actual estilo de juego durante los próximos diez años (Roncero, Josevi Hernáez y Latiguillo Serrano no lo resistirían).

Mientras tanto, Mou tiene muy claro con quien va a jugar, y no está para pruebas ni tonterías. Parece empeñado en mostrar músculo antes de jugar contra el Barça, y plantea los amistosos veraniegos como auténticas finales, jugando con todo lo disponible.

La alineación del Madrit en su última victoria, 3-1 contra el Hertha de Berlín fue la compuesta por Casillas, Arbeloa, Pepe, Carvalho, Marcelo, Xabi Alonso, Coentrao, Callejón, Özil, Cristiano Ronaldo y Benzema. Eso sí, Mourinho hizo el favor de darles "mouchos" minutos a los chavalines del Castilla, sacando a Adán en el minuto 60, a Nacho Fernández en el 72, a Joselu y Jesse en el 82 y a Casado en el 85. ¡Eso es confianza!

Desde luego, Mourinho no engaña.

martes, 26 de julio de 2011

El llanto interminable.

De mi niñez tengo algunos recuerdos imborrables (no todos necesariamente agradables): las colas de la N-II en el 124 de mi abuelo, las dudas a la hora de pedir un Drácula o un Colajet, Mazinger Z en blanco y negro, los arbitrajes de Guruceta (al cel sigui) y la constante cantinela sobre la madriditis de un Barça que ganaba una liga cada 14 años.

Como esto no es un tratado de paleontología, no voy a perder el tiempo en opinar sobre si la madriditis del Barça de Montal era imaginaria, real, impuesta, fingida o chiripitiflautica. 

Lo que no deja de sorprenderme es el hecho de que "verdades subjetivas", o "mentiras multirrepetidas", hayan cobrado tal carta de naturaleza, que sean capaces de ocultar la "verdad de la buena". Es decir, a fuerza de repetir el concepto, la madriditis del Barça, ha calado tan profundamente en el subconsciente colectivo de una generación, que ha sido capaz de ocultar la realidad del momento: la mastodóntica barcelonitis del Madrit.

En un país en el que, pese a todo, la mayoría social continua siendo blanca, es normal que los medios hagan la ola permanente al equipo de Mourinho. La audiencia manda, y del mismo modo que en la prensa deportiva catalana podemos entretenernos con las actividades veraniegas de Piqué, las depresiones de Cesc o con el número que calza Alexis Sánchez, parece lógico que la caverna mediática vibre con los goles de Cristiano a los Galaxy, el cachondeo de Marcelo o con el tupé de Callejón. Tontos los que perdemos el tiempo con la insoportable levedad del fútbol veraniego.

Pero entre tanta insustancialidad estival, la barcelonitis blanca no ofrece respiro, y de la mano de algunos de sus estandartes más gloriosos, encuentra hueco para dar un aviso de lo que va a ser la temporada del más de lo mismo.

Sin ir más lejos, dos ejemplos en el Marca de hoy: la insufrible obsesión por los de ahí arriba del animoso José Vicente Hernáez, y la indocumentada tontería del simpático y cansino Tomás Guasch.

Hernáez pretende sentirse muy seguro del nuevo proyecto florentiniano, pero se cura en salud atacando de antemano a los árbitros, no vaya a ser que alguien pudiese (o pudiera) acusarle de no haber avisado.

Es realmente delirante que Josevi ya se queje del arbitraje "sufrido" por su Madrid en la gira americana. Y es auténtico síntoma de barcelonitis que aproveche para acordarse a los de ahí arriba:

"Eso va a depender mucho de lo que hagan los de ahí arriba, y cómo no, de los arbitrajes".

"Lo de los árbitros es una epidemis mundial... Mal presagio".


Lo del cachondo de Guash es barcelonitis por partida doble. Tomás sufre dos variantes de la misma enfermedad: la perica y la merengona.

En su ¿columna? Playa, Cañas y "Titis" (¿es una columna o una tomadura de pelo?), el Sr. Guasch presume de indocumentado, y con la excusa de no meter la pata a la hora de poner en un compromiso con su señora esposa a un "uefo", se ahorra dar explicaciones sobre la identidad del susodicho, con el que se inventa una conversación de lo más distendida, en la que, según el, "ellos admiten que los culés fingen", pero que Mou les cabrea un poquito más.

Como chiste está bien, pero la tontería de que los jugadores del Barça son unos teatreros, suena a que el madridismo ya ha encontrado su gran excusa para disfrazar la dureza de sus jugadores. Y si no, que se lo digan a Pepe.

Al final, más de lo mismo: árbitros, teatro del bueno y conspiración universal. 

Un llanto interminable.


lunes, 25 de julio de 2011

Super Mario.

Mario Ballotelli pone de los nervios a Mancini.


Y encima lo envía a tomar por el saco...

martes, 19 de julio de 2011

¿Por qué? ¡Porque si!

Los ánimos deben calmarse. Las aguas deben volver a su cauce. No puede repetirse lo del año pasado. Todos debemos poner de nuestra parte... Bla, bla, bla.

Parece que los más interesados en montar un escenario de buenas intenciones para la próxima temporada sean los medios de Madrid. Probablemente, la plantilla que le ha montado Florentino a Mou les ofrece tantas garantías, que honestamente creen que este año no será necesario montar el follón habitual.

Sin embargo, el cuerpo les pide marcha, y a falta de temas más trascendentes, el objetivo de este mes de julio es el de criticar la política de fichajes del F.C. Barcelona.

Nos ha quedado a todos muy clarito que el Barça tiene que fichar como diga la caverna, pero hoy he podido escuchar en la emisora que alimenta mis entresijos (y mi úlcera), Radio Marca, algo que seguro se habrá repetido ya mucho en la caverna, pero que yo aún no había tenido la oportunidad de oír directamente: el Barça es un equipo menor porque no ficha como el Madrid: poniendo la pasta directamente, sin negociar. ¿Para qué?

El perpetrador de la falacia ha sido Alberto García, Molécula para los amigos, que esta mañana se ha dejado ir en, la habitualmente bastante comedida tertulia de Vicente Ortega en Directo Marca.

Junto a Molécula, participaban en la tertulia Ramón Fuentes y David Sánchez, sarpullido barcelonista en el universo Marca, que ha excitado al tal Alberto García hasta hacerle soltar una sarta de incongruencias bastante notable.

El show de Molécula comienza con el primer mandamiento del "Cómo fichar según Marca": "Paga los 40, tráete el jugador, y ya está", criticando el hecho de que la prensa de Barcelona anuncie fichajes "ya hechos", que después resultan estar no tan hechos. ¡Vaya unos los medios cavernarios avanzando fichajes! En este primer asalto, David Sánchez ya le pone en su sitio, lo que parece hacerle subir la bilirrubina hasta niveles peligrosos.


El Sr. García contínua insistiendo durante la tertulía en que el Barça se comporta como un equipo menor al no seguir el sistema de negociación florentiniano, basado en poner primero la pasta y preguntar después el precio (negociar es de cutres y pobretones).


Pero cuando de verdad pierde los papeles este nuevo valor cavernario, es cuando mezcla la política de cantera del Barça con su política de negociación. Viene a decir el amigo, que el Madrid cuida más la cantera que el Barça, pero que sus jóvenes valores no pueden debutar en el primer equipo porque "jugar en el Madrid es mucho más difícil que hacerlo en el Barça". ¿Por qué? pregunta cual Mourinho culerizado David Sánchez. ¡Porque si! responde Molécula. ¡Enorme argumento! Argumento cojonudo, según David Sánchez.


En pleno delirio, Alberto García suelta que el Barça no ha hecho debutar a ningún canterano en los últimos tres años, que Thiago jugó dos minutos en toda la pasada temporada (en realidad jugó 1.018), y que Pedro (al que el Barça robó de la cantera canaria, ¡pobre Club Deportivo San Isidro!) es muy, muy suplente (entre otros, marcó uno de los goles de la final de Champions y jugó un total de 3.595 minutos).

Pues vale. Si ahora hemos de oír estas cosas, miedo me da llegar a la Supercopa de España. Estas vacaciones intentaré limitarme al ¡Hola! y al Lecturas.

jueves, 14 de julio de 2011

Hay que fichar como diga la caverna.

Desde Di Stéfano hasta Karembeau, F.C. Barcelona y Real Madrid, Real Madrid y F.C. Barcelona, se han disputado el fichaje de un mismo jugador.

Desde Schuster a Luis Enrique (no hablaremos de Figo), el trasvase de figuras mediáticas se ha utilizado como arma psicológicamente arrojadiza de uno contra otro y de otro contra uno.

Ahora, lo que se lleva es utilizar los fichajes propios como demostración del fracaso ajeno, e incluso, dando un paso más allá, utilizar los fichajes del otro como demostración de lo capullo e incompetente que es ese otro.

Aunque la regla no es exacta, en los últimos tiempos han sido más las figuras del Barça que han acabado vistiendo los colores, bueno, el color del Real Madrid, que a la inversa.

El más gordo de esos cracks de ida y vuelta, Ronaldo Nazario de Lima (qué pocos Ronaldos hay en España y que fácil puede ser confundirlos), metido ahora mismo a intermediario fiestero, llamó a horas intempestivas al Madrit para explicarles  que había un chavalín del Santos, del que Rosell tenía hasta el teléfono de su abuela, al que no podían dejar escapar.

A Tito Flo le puso de verdad que Neymar fuese un fichaje que motivaba a Sandrusco (pero no tanto a Guardiola). A partir de ahí, Neymar era el hombre. No se sabe muy bien si el de la cresta es la guinda del pastel de Mou, si es un proyecto de futuro o si es una cortina de humo para despistar con el Kun, pero ante la falta de noticias (críticas a Messi en Argentina aparte), la prensa de Madrid se ha liado con un ejercicio de lo más curioso: vender los no fichajes del Madrid como muestra de poderío y de que la única aspiración de todo pelotero es la de jugar de blanco, y vender los no fichajes del Barça como constatación de que los directivos del Barça son tontos del culo por no saber pagar lo que le piden y malas personas por hacer sufrir a Cesc (si después es Xavi quien dice que Cesc sufre, el malo también es el Barça por faltar al respeto (?) al Arsenal -Wenger dixit-).

Resulta que cuando el Kun se aleja, Neymar es el nuevo Messi. Cuando el Kun se acerca, Neymar ya no es para tanto, es un hortera, y además, el Barça (fíjate tu que malas personas son esos de ahí arriba) intenta torpedear el fichaje. Cuando Mou dice algo sobre Adebayor, el plan perfecto es fichar ahora a Adebayor, a Neymar en enero, y al Kun cuando sea para que juegue de portero en vez de Casillas. Pase lo que pase y fiche lo que fiche, el Madrid es el rey de la negociación (¿45 kilos? no problem) y el Barça es un cutreclub que ha perdido el derecho a negociar como le salga de las narices.

¿El Madrid putea a Pedro León y Canales? Para nada. Se trata de dos desalmados incapaces de hacer el favor al pobre Madrid de largarse de una puñetera vez y no tocar más las narices.

¿Bojan a la Roma? Negación absoluta de la política de cantera (A Thiago y Bartra los putearan lo que puedan, ya veréis). ¿Jeffren en la operación Alexis? Desalmados culés (mira que utilizar a un jugador como moneda de cambio: la ilusión de Garay desde niño era jugar en el Benfica).

Y la misma canción del verano desde el día después de que el Barça se pasease en la final de la Champions.

¿Tema Cesc? Sin comentarios.

martes, 12 de julio de 2011

Mou se recontracagó.

Mes de julio futboleramente canino.

Cesc o no cesc, Neymar, Agüero y algo de Copa América. Messi recontrapelotudo. Pero anoche, Argentina 3 - Costa Rica 0, partidazo de Leo, y Messi vuelve a ser Dios. No saben en Argentina la suerte que tienen. En Barcelona no nos pellizcamos por miedo a despertarnos del sueño, mientras que en su casa se atreven a rajar del que, el día que Argentina tenga un seleccionador, les devolverá el fútbol que perdieron hace veinte años.

Entre las chorradas de Marca, As, Mundo Deportivo y Sport, me entretengo con análisis de bastante calado en diarios de información general (esclarecedor el artículo de Dagoberto Escorcia en La Vanguardia -reproducido ya en este blog- "Messi y las necesidades argentinas", impepinables las verdades de David Torras en El Periódico con "Un equipo sin cultura" e imprescindible la entrevista de Lu Martín al Flaco Menotti en El País, "El fútbol se lo robaron a la gente".

Cuando uno lee cosas como las que le explica El Flaco a Lu Martín, se reconcilia con el fútbol (si no es muy merengón, claro): "...tengo la sensación que eso que llaman fútbol es otra cosa. Yo digo que el 99,9% de los entrenadores viven envidiando el juego del Barcelona. Todos quisieran ser Guardiola. Pero la mayoría no sabe cómo se hace”, “odié las matemáticas porque durante tres años me amargaron la vida tres profesoras a cual más idiota... Pero me enamoré de la química porque el profesor llegó el primer día fumando, llenó el pizarrón de fórmulas y nos dijo: -Esto se lo tendrían que aprender para el martes. Pero es imposible-. Y nos dijo: -Esto es para que sepan que la vida es como la química: hay que interpretarla-", “…un país rico entre comillas produce miserables en el poder. Y lo primero que han hecho ha sido robarle a la gente el sentido de pertenencia. Parece que todo es suyo, incluso el futbol. Cuando el gobernador hace una calle parece que la ha pagado de su bolsillo. Nos robaron la música, nos roban los parques, las plazas y hasta el futbol. Y luego se extrañan que la gente se canse y acampe en las plazas”, “aquí lo que hay son Mourinhos o tipos como él, que solo piensan en ganar y cuando pierden no es culpa suya; los conocemos hace mucho tiempo. Vaya personaje. Tiene unas contradicciones muy grandes... Mourinho hay muchos, Guardiola hay uno solo” o “el Madrid puede fichar más y más, al final los tendrá a todos y ganará, pero el 5-0 del clásico en el Camp Nou es para toda la vida. Me pongo a pensar y no encuentro un partido como ese. Que yo haya visto y, por supuesto, participado. Mató a Mourinho para toda la vida… Vi al siguiente partido a Higuaín, Adebayor, Benzema y Kaká en el banquillo y pensé: igual gana, pero se recontracagó. Es la mayor cobardía que he visto en un grande. Y con el Madrid, es inaudito. El toro no lo mató y el tipo salió corriendo y nunca más se acerco al toro. Pero es muy duro lo que le paso. Busca a ver quién salió humillado así de un clásico. Yo no lo recuerdo. Es muy duro, eh, muy duro” (Menotti dixit).

domingo, 10 de julio de 2011

Reacciones de un hombre pacífico.

El Tano Pasman,  un hincha de River, viendo como su equipo se va a la Nacional B (andate a la puta que te re mil parió).

Messi y las necesidades argentinas.


POR LA ESCUADRA
Messi y las necesidades argentinas
Quieren herir a Leo gritando "Maradona", el ídolo que se fue diciéndoles: "Chupármela"
Hay futbolistas que son leyendas, que marcan épocas, que son recordados como auténticos mitos. Todo depende de lo que han conseguido con sus selecciones nacionales, sus clubs y por los premios individuales. Sin ganar un título mundial con sus países figuran tres grandes o, al menos, tres que recuerda mi memoria: Alfredo di Stéfano, Johan Cruyff y Leo Messi. Los dos primeros hace tiempo que están retirados, pero siguen siendo símbolos, jugadores con prestigio, ejemplares, de los que no se ven cada día. El tercero tiene apenas 24 años, pero con su club, el Barça, no le queda nada por conquistar. Tiene títulos de Liga, Champions, Mundial de Clubs, y trofeos individuales los acapara todos, en una época en la que tiene excelentes competidores, en un periodo en el que los rivales toman mayores precauciones defensivas y estudian más al contrario. Pero Messi tiene hasta goles para la videoteca, para hacer películas.

Messi, sin embargo, no está siendo un hombre feliz cuando juega con su Argentina. Y los argentinos, a juzgar por las noticias que llegan de allá, tampoco lo son con él. Messi tiene un gran problema: es argentino, ama a su gente, se siente argentino, habla como ellos, no ha perdido ni una sola de las entonaciones pese a llevar muchos años en Catalunya. Pero su gente no valora ninguno de esos aspectos, entre otras cosas porque él no ha destacado por ellos. Ha sobresalido por su juego, por sus virtudes con el balón, por su eficacia en el club que le dio vida. Pero resulta que, cuando se pone la camiseta de Argentina, Messi no es Messi. Como Argentina nada tiene que ver con el Barça.

Messi tiene otro problema añadido. Ni es de Boca, ni es de River. Pero tampoco es de Rosario, ni del Racing, ni de Chacarita Juniors, Vélez Sarsfield o Independiente. No, de ninguno de ellos. Nunca jugó allá, pues no tiene afición de ninguna parte de Argentina. Muchas páginas se necesitarían para hablar de los nacionalismos existentes en lugares futboleros. Eso no es nada, comparado con los otros tipos de nacionalismos. Y para muchos argentinos Messi es un adoptado, un nacionalizado, eso que desde hace un tiempo algunos países árabes utilizan para ganar medallas y reconocimiento en el deporte y de lo que no ha podido escapar España. Los argentinos no quieren nacionalizados. Los que critican a Messi son tan suficientes, tan guapos y tan inteligentes que no creen en foráneos aunque haya jurado bandera, tenga pasaporte y hable como argentino.

Hace un par de días hablé con el padre de Messi y el hombre estaba alucinando con "las barbaridades" que están diciendo en Argentina muchos de sus propios compatriotas sobre su hijo. Nadie como Jorge Messi sabe las ansias que tiene Leo de triunfar en ese país. Se muere de ganas, cambiaría todos los títulos ganados con el Barça con tal de hacer feliz a su gente y sentirse querido por su pueblo. Pero este tango ya está escrito. No es una milonga ni tampoco un cambalache. Esta historia de Leo Messi es una historia real, de amor además. Los argentinos quieren ver triunfar a Messi, necesitan que Messi sea su líder porque desde hace tiempo se quedaron sin ellos. Se les fue Perón, se les fue Evita y hasta se les fue Maradona. Eso sí, este último, al que recordaron hace unos días como para herir la susceptibilidad de Messi, se les fue diciéndoles una palabra histórica, "Chupármela", cuando clasificó in extremis a Argentina para Sudáfrica. No creo que Messi les diga algo parecido el día que les dé la felicidad de un título. Es otro tipo de argentino. Que los hay. Seguro.

sábado, 9 de julio de 2011

El Barça, una nueva especie.

Después de la final de la Champions League, me hacieron llegar desde Estados Unidos, un artículo de Alan Black, del blog The Beatiful Blog, del San Francisco Chronicle, "Barcelona, a new species". Al leer hoy el artículo de Martín Mazur en El Gráfico argentino, "Maldito Barcelona", he intentado traducir lo mejor posible la idea de que el Barça es considerado en el mundo, casi unánimemente, el mejor equipo de la historia (Gracias María):


 
 


Alan Black
Domingo 29 de mayo de 2011.

Charles Darwin habría quedado impresionado. En términos futbolísticos, ​​la final de la Champions League del pasado sábado entre Barcelona y Manchester United fue tan relevante como el momento en que el primer simio se levantó y se puso a caminar. Ha aparecido una nueva especie de fútbol. Aquellos de nosotros que hemos podido ser testigos de la superioridad del Barcelona, ​​ganando su cuarta Copa de Europa e inscribiendo su nombre en los anales de la historia, podremos considerarnos realmente bendecidos. En pocas palabras: fue hermoso. Los que pretendan competir con ellos deberán adaptarse o morir.


Ojeadores de todos los equipos buscarán por pueblos y suburbios de todo el mundo a chavales que puedan recordar con su juego al brillante Lionel Messi, la estrella del Barça, el muchacho argentino que acogió Barcelona a los trece años y al que el club costeó su tratamiento a base de hormona del crecimiento. El Barça no podía sospechar entonces que su inversión de 900 $ al mes se convertiría en una fuente de energía que iluminaría el fútbol como nunca antes había sucedido. Messi es eléctrico. La potencia que genera en todos los confines del terreno de juego, hace saltar los fusibles de las defensas rivales, sin que nadie sea capaz de encontrar el interruptor capaz de desconectarlo.


En los oscuros subterráneos del mundo del fútbol, ​​muchos tratan de encontrar soluciones para contrarrestar la benevolente dictadura del Barcelona. Quizás una de ellas sea jugarle al Barça con diez defensores, tal como intentó con éxito el año pasado el Inter de Milán en semifinales. O tal vez una vuelta al pasado, con el marcaje hombre a hombre de defensas convertidos en  garrapatas enganchadas a los geniales y escurridizos Iniesta y Xavi, el imperial centro del campo del Barça. Se ha intentado con juego subterráneo y se ha fracasado. Increparles, sin duda no es el camino. Recientemente, el entrenador del Real Madrid, José Mourinho, lanzó venenosos ataques personales contra el espíritu del Barça. Arsene Wenger, manager del Arsenal, tachó de “estéril” el control del Barcelona. A los ojos de Wenger, tal vez conseguir trofeos no sea el objetivo de los equipos de fútbol. Barcelona ha ganado diez copas en tres años. Años estériles para el Arsenal. Tendrán que seguir buscando en pueblos y suburbios.


Es imposible no amar al Barcelona. El sentimiento colectivo de toda una ciudad, el patrocinio de UNICEF en el pecho del equipo y no el de una banda de matones capitalistas, el relajado y característico estilo catalán, y ahora el roce con la perfección de este bello deporte, suponen un gran salto hacia adelante. Barça. ¡Glorioso!

Maldito Barça.


   Martín Mazur.
Hemos aprendido a admirarlo, a esperar sus partidos casi más que los de nuestros propios clubes. Vivimos elogiándolo, hablando de sus jugadores, de su escuela, de su fútbol, de su filosofía. El Barcelona nos invade en la cotidianeidad, se nos mete en nuestra vida diaria con la misma pasmosa parsimonia con la que demuele al Man Utd en la final de una Champions League o le mete cinco al Real Madrid de Mourinho en una visita guiada por el Camp Nou. Ni nos damos cuenta, pero de repente tenemos a Xavi en nuestro living y a Iniesta picando al vacío en nuestro patio. Ese equipo vive con nosotros. Se retroalimenta a partir de nuestro interés por él.

En facebook debemos elegir que el Barcelona “nos gusta” sólo porque no podemos elegir que nos encanta, que nos enamora, que nos hace suspirar de una manera estrepitosa. Es el amor por el fútbol, hoy simplificado en un amor por el Barça. Porque una cosa y la otra son lo mismo. 

En la edición de este mes de El Gráfico, reflejamos las virtudes de este Barça, su dominio aún inacabado de una liga y un continente, su legado para el fútbol mundial en todos los estratos posibles. Es uno de los mejores equipos de todos los tiempos, porque a veces es difícil ser terminante y afirmar lo que en realidad no admite discusión: que es el mejor de siempre.

Festejamos cuando nos enteramos que La Masía había abierto una sucursal en Argentina. Llévense a nuestros talentos, transfórmenlos en fotocopias de Messi, por favor. Nosotros ya no sabemos cómo hacerlo. Ni en Argentina, donde los juveniles dan pena, pero tampoco en México, Brasil o Venezuela. Jugamos a otra cosa. 
En México, la camiseta azulgrana se vende más que la del Atlante; quizás también en Argentina más que la de San Lorenzo o en Italia más que la del Genoa y el Bologna juntos. No nos hacen falta los números de ventas. Las vemos por la calle, con total naturalidad. Las vemos en las playas, donde ya les hacen frente a las del fútbol local, con un crecimiento sostenido que se repite en Mar del Plata, en Dakar o en Phuket. Y cuando no son las blaugranas, están las otras, esa paleta monocromática que incluye anaranjadas, amarillas flúo, gris o verde agua. Son todas del Barça. Un equipo al que lo único que le queda por conseguir es la independencia de Catalunya. El resto, lo ha hecho todo.

¿Pero saben qué? Quizás haya llegado seriamente la hora de empezar a odiar al Barcelona. Sí, acaso sea una propuesta demasiado arriesgada; si se quiere, incluso tirana, pero no se me ocurre nada mejor que hacer con este equipo que se transformó en un castigo para todos. Con la lógica excepción de sus propios hinchas, cabe preguntarnos: ¿No estábamos todos mejor hasta antes de sufrir el efecto Barcelona?

Porque también está el Lado B, lo que nos hace sufrir a nosotros, los consumidores de su fútbol, y a sus propios actores. Indirectamente, el Barcelona carga de forma negativa todo lo que toca. Messi no es en Argentina el extraterrestre de más de un gol por partido. Ni de enganche ni de wing, tampoco de centrodelantero. Le falta el resto de su equipo para serlo. Y entonces, se desespera. Y sus hinchas se desesperan con él, por él. No sé qué pensarán los aficionados del Barcelona. Quizás hasta sufran ellos también, a la distancia, por las incontigencias de su niño mimado. 
Pero el efecto Barça no termina con el mejor del mundo, al contrario, empieza con él. O acaso nos olvidamos de lo que han criticado a España en el Mundial, por no haber sido el Barcelona. La derrota contra Suiza en el primer partido, el posible desastre ante Paraguay, la sucesión de cerrados 1-0 y su falta de cambio de ritmo hicieron sufrir a Xavi, Iniesta y compañía. Ellos no tenían a Messi. Y España no podía ser como el Barcelona. Sólo el título mundial pudo cubrir los gastos ocasionados en el trayecto. Trayecto como el que cubre Dani Alves en todos los partidos del Barcelona: ¿es un wing? ¿es un lateral? ¿Es un avión? No, es un brasileño que cuando se pone la de verdeamarelha, también se desespera. La pelota no le llega igual. Las coberturas de sus compañeros no son las mismas. Tampoco el pressing alto o las devoluciones al vacío. Y entonces, lo vemos ante Venezuela y el twitter explota con mensajes tipo: ¿Pero es este el mismo Dani Alves que juega en el Barcelona? Y la respuesta, como de costumbre, es que no, que esa es una copia borroneada de Alves. 
El modelo del Barcelona admite la destrucción de sus piezas cuando no están sometidas a su escudo galáctico (¿se permite usar ese término en un texto que no sea sobre el Real Madrid?), pero también contempla la sanación automática al regresar a casa. O cuántas veces pensamos en que el Messi que les devolvíamos, devastado por las críticas y actuaciones indolentes de las Eliminatorias o el Mundial, sería como una especie de virus informático en el sistema operativo del mejor equipo del mundo. Lo hemos pensado nosotros, lo han pensado en la selección española, en la brasileña o en la camerunesa (Eto’o no pateando aquel penal con Camerún ante Egipto, por ejemplo). “Uy, ahora después de esto, el Barcelona no será igual”. Y sin embargo no, allí siguen, dando cátedra como si nada hubiera pasado, con la moral alta, la cabeza levantada y la pelota pegada al pie.

Guardiola aún no ha decidido irse porque sabe que si cruza esa puerta, comenzará su declive. Podrá ganar títulos en 7 ligas distintas, pero siempre, siempre, le endilgarán cuánto le falta para que su Milan, o su Bayern Munich, o su Manchester United o su Dynamo de Kiev jueguen como aquel Barcelona. Como este Barcelona, que ahora también exporta su know-how. Y ahí va la Roma, decidida entonces a que el técnico del Barcelona B, Luis Enrique, se transforme en el Guardiola de la Serie A. Fichemos a Luis Enrique, entonces. Traigamos, también, a Bojan Krkic. Repliquemos el modelo Barça. Fracasemos estrepitosamente. No lo lograrán. Nadie lo hará.

Y así podríamos seguir, con todos y cada uno de sus integrantes, por separado, convertidos en jugadores mortales, sin los superpoderes que confluyen sólo en un punto del universo, con una camiseta azulgrana y con Guardiola en el banco. Los planetas se alinean sólo en el Camp Nou. El resto es un gran agujero negro que se consume a sí mismo. El Barcelona es el Big Bang. Ni siquiera logramos entenderlo cuando ya cambió de forma y apunta a otra dirección. Estamos a años luz de él y sin embargo nos sentimos tan cerca. 
Ahora nos enteramos que mientras todo el mundo intenta imitarlo, sin el menor grado de éxito, Guardiola ya piensa en reformular su módulo y seguir innovando. Sueña con aplicar un 3-4-3 sin perder fidelidad ni resultados. Hoy Pep se sienta a la misma mesa que Steve Jobs. El decide y el mundo corre detrás, para tratar de copiarlo, sin poder hacerlo. Si todo sale bien, a la orquesta catalana se sumará Cesc, quien aprendió la partitura cuando aún no estaba escrita la ópera. Quizás en la próxima temporada, Mascherano nos sorprenda jugando de centrodelantero. O Messi se transforme en el líbero. Y entonces los haremos jugar de lo mismo de este lado del mundo. Y no será lo mismo. Y volveremos a hablar de lo que hacen allá y lo que no hacen acá.

Maldito Barcelona. Nos invade hasta dejarnos insatisfechos con todo lo que antes no habría requerido un juicio tan demoledor. Nos hace creer que el fútbol es simple, que los jugadores pueden ser etéreos, que las defensas más férreas son conos que se derriten durante los partidos.

Maldito Barcelona. Desearía no haberlo visto jugar. Pero después, pienso y digo, no, es imposible desear eso. Como un amor platónico adolescente, se disfruta en el dolor de no tenerlo. De no poder lograrlo. Nunca seremos el Barça.

Maldito Barcelona, cuánto te amo, cuánto te detesto por hacerme sufrir así.
 



Twitter: @martinmazur