jueves, 5 de diciembre de 2013

Hasta pronto, Josep.

¿Como nos haces esto, Josep?

Te vas y nos dejas. A nosotros, a esos pobres diablos que hemos querido creer que te afectaban, aunque sólo fuese un poquito, nuestros airados rebotes ante tus continuas, interesadas y dirigidas provocaciones.

Te vas con aquella aureola de estar por encima del bien y del mal que, nos tememos, será difícil que te abandone por muchas bofetadas que te lleves.

Porque tu, que eras un periodista deportivo insertado en el pelotón, has creído dar con la piedra filosofal a partir de un invento que ni siquiera es tuyo, que ni siquiera es original. Porque, Josep, el sesgo, la falta de rigor, el partidismo... la grosera manipulación en definitiva, no llegó de la mano de Punto Pelota.

Si hay que admitir, sin embargo, que tu has sido capaz de mentir mirando directamente a la cámara, sin pestañear, sin rubor... con una sonrisa. Hay que reconocer que, instalado en el más hortera de los sensacionalismos, has sido capaz de impartir lecciones de periodismo desde la más escandalosa de las impudicias, con aquella alegría. Hemos tenido que soportar tu estoico victimismo ante esos compañeros que tanto te han atacado, pero de los que tan poco te ha costado reírte. En eso, Josep, si has sido el líder indiscutible de nuestras madrugadas.

Te vas y nos dejas, pero sabemos que será por poco tiempo, porque son, somos muchos, los enfermos que necesitamos que alguien nos muestre el lado oscuro, que alguien nos recuerde que hemos venido a este mundo a odiar al prójimo.

Sabemos que una cadena más potente te prestará un altavoz aún más grande para que puedas seguir emponzoñando aquello que algunos llamaban deporte.

Mientras tanto, tu pobre sustituto, y los sustitutos de tus adláteres, han tenido que estrenarse reconociendo su madridismo en una especie de catarsis purificadora en la que redimir tus pecados.

No era necesario. Se escorarán, seguro, hacia tu territorio. Las audiencias mandan. Pero no les servirá de nada. La gente necesita, necesitamos, al camello de toda la vida, al que sabemos que nos dará aquello que, aunque nos destruya, tanto nos gusta. Y tu estarás allí. Y nosotros te veremos... o quizás no. Al fin y al cabo, todo tiene un límite.

En cualquier caso, hasta pronto Josep. 

martes, 26 de noviembre de 2013

Sin renegar del pasado...


Hoy juega el Barça en Amsterdam.

Los buenos resultados del equipo del Tata Martino permiten afrontar un partido de Champions con más preocupación en medir el nivel de tensión en un palco del Amsterdam Arena en el que coincidirán Sandro Rosell y Johan Cruyff, que en conseguir el punto necesario para garantizar el primer puesto en la fase de grupos. 

Mientras el apoyo mediático al presidente no cede, el antagonismo dirigido crece y crece en las redes sociales.

La oposición a Rosell, además de lógica es necesaria. La gestión de la actual directiva es, cuanto menos, controvertida y además cuenta con el handicap de tener que administrar una realidad deportiva que no podrá superar, en ningún caso, a la de su precedente.

Si a las más que discutibles decisiones administrativas de Rosell y su equipo, a alguna polémica decisión deportiva y a la nefasta política de comunicación, añadimos el inconmensurable error de tomar decisiones marcadas por el rencor, lo más racional es esperar que esta Junta deje paso a nuevos planteamientos en las próximas elecciones.

Pero, ¿hay que esperar a las próximas elecciones? ¿Es tolerable el actual clima de crispación?

Parece que si. Es mejor agotar el mandato de la actual Junta directiva. Pese a las voces catastrofistas del entorno, la situación general del club no es objetivamente peor a la de hace tres años y medio. La mayoría es conservadora y una fractura social generaría una herida difícil de cicatrizar.

Y parece que también. El actual clima de crispación es aún soportable. La crispación actual, más allá del perenne ruido de sables generado por la caverna, es más importante en Twitter que en el mundo real. El resentimiento y la inquina que mueve a esta Junta directiva no es menor que la que mueve a una oposición obsesionada con recuperar el poder a cualquier precio y que, ante la parcialidad de los medios locales, ha optado por explotar el potencial de las redes sociales.

Como dice Ramon Besa en su artículo "Un ejercicio de nostalgia": "Ya se sabe: el presente invita a confiar en el futuro sin renegar del pasado".

Yo apuesto por ello.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Para mear y no echar gota.


"Le tenéis manía a Cristiano. No aceptáis el hecho de que ahora está mucho mejor que Messi".

Nunca se puede hablar en nombre de un colectivo. Hablar en nombre del barcelonismo es, además, completamente imposible, porqué hay culés encantados con la trama de Qatar, hay culés a los que los negocios con Tutumlu les parecieron adecuados y hay culés que creemos que Manolo Clares era un extraterrestre que nos fue enviado para descubrirnos el lado bizarro del fútbol.

Sin embargo, a nivel personal, puedo decir que si, que le tengo manía a Cristiano Ronaldo; y que si, que acepto que ahora está mucho mejor que Leo Messi. 

Tener manía a Cristiano, pese a la incredulidad del madridismo en pleno, es bastante sencillo. No comulgar con las formas de un jugador que nunca ha ocultado un egocentrismo desmesurado y que ha abusado hasta el paroxismo de una gestualidad tan absurda como poco futbolera no me parece excesivamente complicado.

Aceptar que ahora, en estos momentos, Cristiano está mejor que Messi, no requiere mayor exigencia que haber finalizado el ciclo de primaria. El portugués, que es un jugador enorme, está probablemente en el mejor momento de su carrera... y Messi está, en mayor o menor medida, lesionado desde el mes de abril. Hoy está lesionado del todo. Lo preocupante para Cristiano sería no estar, ahora mismo, jugando mejor que Leo.

Aclaradas esta premisas, creer que el Balón de Oro de este año será un fraude, va más allá de los colores que uno tenga.

En los últimos cuatro años, el ganador ha sido un Leo Messi inconmensurable. Decir que ha sido el ganador aceptado por todo el mundo del fútbol se ajustaría a la realidad si no fuese por la continua campaña de desprestigio de la caverna mediática.

Hasta la llegada de Cristiano al Real Madrid (es importante recordar que llegó como Balón de Oro, después de perder una final de Champions ante el Barça de Guardiola... y de Leo Messi), el galardón era un reconocimiento que, más allá de alguna opinión divergente y del raulismo más impenitente, contaba con la aceptación general. Además, la FIFA no controlaba aún el premio.

Grandes jugadores nunca lo ganaron y jugadores no tan grandes se alzaron con él, pero la sangre no acostumbraba a llegar al río. 

Sin embargo, la contratación de Cristiano, diseñada para contrarrestar el poder mediático de Messi y finiquitar la hegemonía del F.C. Barcelona, significó el nacimiento de un debate artificial sobre quien era el mejor jugador del mundo.

La inversión de Florentino debía ser protegida, y Cristiano ya no podía ser un grandísimo jugador, Cristiano debía ser el mejor. Como diría aquel, "por lo civil o por lo criminal". Y como por lo civil no podía ser, se optó por lo criminal.

Ante la unánime aclamación del mundo del fútbol a un Messi que iba batiendo todos los records, ante la imposibilidad del aparato mediático de Florentino Pérez de aupar al ídolo madridista al estatus de mejor jugador del mundo, de mejor jugador de la historia, y dentro de una estrategia difamatoria global, se tomó al Balón de Oro como objetivo concreto del armamento pesado filomadridista.

Dependiendo de las circunstancias concretas de cada uno de los años en que Leo Messi arrasaba en las votaciones, se esgrimía un argumento determinado para demostrar que la tontería esa del Balón de Oro era una camama, una patraña y un tongo como una casa.

Si era año de Mundial, se lanzaba una cruzada patriótica a favor de cualquier jugador de la Selección española. Si era año de Liga del Madrid, se esgrimían títulos como requisito indispensable. Si era año de records messiánicos, se desempolvaba la mítica figura de Chitalu... Cualquier cosa valía para demostrar que la FIFA, nueva propietaria del trofeo, no era más que una cueva de ladrones alineada con el complot universal del que eran víctimas Cristiano Ronaldo y el Real Madrid.

Que Messi fuese el mejor jugador del mundo era un detalle menor que no venía a cuento.

Paradójicamente, el argumentario anti-Messi ha dejado de tener sentido cuando Cristiano no ha ganado ningún título. Hay que esperar a una lesión mal tratada, mal gestionada y mal explicada, que deja medio año fuera de combate a Messi, para lanzar la más furibunda de las campaña en pos del portugués.

Lo que antes eran impedimentos insalvables para conceder el título honorífico de mejor jugador del año, son ahora fruslerías que se esconden detrás de una enorme cantidad de goles en 2013 y de dos meses estratosféricos a final de año.

Los 91 goles que marcó Messi en 2012 quedan en nada ante los 66 que lleva Cristiano... Se especula con batir la marca de 75 de Pelé, ignorando la marca de Gerd Müller o el record del propio Messi (y olvidando por completo al impagable Chitalu).

La Liga y la Supercopa de Messi son una nimiedad ante el Trofeo Santiago Bernabéu de Cristiano. 

¿Quien necesita títulos justamente el año en que Ribéry surge como un forúnculo en el ano?

Si no había suficiente con Messi, cuando a este le da por romperse, surge un francés tan bajito como el argentino, ni tan rico, y desde luego ni tan guapo como el portugúes, pero casi tan buen jugador como él, que decide plantarse como gran favorito después de ganar todo lo que se puede ganar en una temporada. ¡Qué putada!

¿Qué hacer? Lo más sencillo sería crear un premio auspiciado por el propio club y la propia caverna para ganarlo todas las veces que fuese necesario. 

Al fin y al cabo, el Balón de Oro está "desprestigiado". ¿Mola ganar algo que tanto se ha despreciado? La respuesta es que si. A Cristiano le pone mucho el Balón de Oro y en el periodismo deportivo patrio, la memoria es selectiva y cuesta muy poco decir Diego donde se dijo digo.

Llega entonces una exhibición de humorismo rancio de Joseph Blatter y una demostración de fútbol de Cristiano Ronaldo fuera de plazo (ya no vendrá de un descuento salvador).

Y como Cristiano es el rey de las repescas, el presidente de la FIFA decide ahogar su arrepentimiento de cómico fustrado en forma de repesca salvadora.

El Balón de Oro premia al mejor jugador del mundo en el conjunto del año. ¿Quién es el mejor jugador del mundo? Messi. ¿Quién a tenido un año más completo? Ribéry. ¿Cómo lo solucionamos? Ampliando el período de votaciones una vez que éste ya se había cerrado y permitiendo el cambio en las votaciones.

Así pues, lo que contará este año para ganar el Balón de Oro será el número de goles marcados en octubre y noviembre y un partido de repesca jugado después de no haber sido capaz de clasificarte directamente para el Mundial con tu Selección.

Si Cristiano ha de ganar su segundo Balón de Oro, que lo gane este año, con un Ribéry cabreado, un Messi lesionado y un galardón absolutamente manipulado.

Por qué si... como siempre, la central lechera nos recordará que el Balón de Oro es tan fraude ahora como cuando lo ganó Messi. Y se quedarán tan tranquilos.

Pero me entran sudores fríos al imaginar que hubiese pasado si con un Ribéry ganador de todo, con un Cristiano campeón de Liga y de Supercopa de España y con un Messi desaparecido en la final de Copa y en el último Barça-Madrid y no habiendo sido capaz de clasificarse con su Selección para el Mundial en fase regular, va el Sr. Blatter y decide anular las votaciones (se supone que él ya conocía al ganador) y ampliar el plazo después de un partidazo de Leo en la repesca.

Sería para mear y no echar gota.





martes, 19 de noviembre de 2013

Trofeos a medida.


Como casi todo en este mundo, el fútbol se mueve por estados de ánimo y percepciones puntuales.

Números y estadísticas se aliñan a gusto del consumidor, y las encuestas se utilizan como armas arrojadizas.

En 2009, la IFFHS determinó que el Real Madrid era el mejor club de fútbol del siglo XX. La elección se resolvió según un coeficiente de puntos obtenidos en base a las victorias y empates conseguidos en Copa de Europa (y Liga de Campeones), Copa de Ferias y Copa de la UEFA, Recopa, Copa Mitrona, Copa Latina y Supercopa de Europa. Según los parámetros establecidos, el Real Madrid acumulaba 563,50 puntos, la Juventus 466 y el F.C. Barcelona 458.

Anteriormente, en diciembre de 2000, lectores de la revista de la FIFA, FIFA World Magazine, ya habían determinado (con un 42,35% de los votos) que el Real Madrid había sido el mejor club de fútbol del siglo XX. Según esa votación, auspiciada por la FIFA, el segundo mejor club del siglo XX era el Manchester United (9,69%) y el tercero el Bayern de Munich (9,18%). El F.C. Barcelona descendía al cuarto puesto, con un 5,61% de los votos.

A bote pronto, parece incuestionable que el Real Madrid fue, efectivamente, el mejor club de fútbol del siglo XX.

Sorprende, sin embargo, las diferencias entre una clasificación establecida en base a cifras y otra en base a la percepción de los lectores de una revista.

Si nos remitimos a las votaciones según percepción subjetiva, habría que tener en cuenta que cuando en diciembre de 2000, la FIFA World Magazine concedió el título de mejor club de fútbol del siglo XX al Real Madrid, el club blanco era el vigente Campeón de Europa. El campeón de la temporada anterior, 1998-99, había sido el Manchester United y en la 1997-98 también se había proclamado campeón el Real Madrid. En la 2000-01, el Bayern de Munich conquistaría la Liga de Campeones. En esa época, el F.C. Barcelona estaba presidido por Joan Gaspart y era entrenado por Llorenç Serra Ferrer.

Si nos remitimos a la fría estadística, y tenemos claro que hablamos de clubes de fútbol y no de clubes deportivos, sorprende que, por ejemplo, la Copa de Ferias tenga un coeficiente superior al de la Recopa cuando la UEFA ni siquiera reconoce oficialmente dicha competición (en cualquier caso, como gran dominador de ambas competiciones, la puntuación beneficia al F.C. Barcelona) o que no computen las competiciones nacionales.

Pero sorprende, sobre todo, que se hable del siglo XX en su conjunto, cuando la primera edición de la Copa de Europa comenzó a disputarse en la temporada 1955-56. ¿Lo que sucedió antes no cuenta?

Parece que no. Cuando en abril de 1955 la UEFA aprobó la competición impulsada por L'Équipe, sentaba las bases de lo que iba a ser una época de dominio incontestable en Europa del Real Madrid. Y no hay que ignorar que Raimundo Saporta y Santiago Bernabéu fueron los grandes valedores del editor del periódico deportivo francés, Gabriel Hanot, en esa aventura.

Entre 1948 y 1955, el F.C. Barcelona se había adjudicado, Copas Martini & Rossi y Copas Duward aparte, cuatro Ligas, tres Copas de España, la Copa Latina en dos ocasiones y dos Copas Eva Duarte.

En 1950, con la llegada de Ladislao Kubala, el dominio del F.C. Barcelona era incontestable.

Ante este panorama, y apoyado por un Régimen que estaba muy por la labor, Santiago Bernabéu no dudó en perpetrar, en 1953, el escándalo Di Stéfano. Haciendo imposible la pareja Kubala - Di Stéfano, era necesario crear un escenario donde el astro argentino explotase todas sus cualidades. La Copa de Europa era el escaparate ideal.

Sesenta años después, la historia parece repetirse.

Las estadísticas se manejan según interese y los éxitos se relativizan o se sobredimensionan dependiendo de la trinchera.

Si a nivel de clubes, y con villaratos, platinatos, calendariatos y acusaciones de dóping a discreción, la paciencia de algunos ha llegado al límite, ésta se ha desbordado con el absoluto dominio, a nivel individual, de Leo Messi.

Cuatro Balones de Oro más tarde (entre otras menudencias en forma de FIFA World Player, Botas de Oro y demás) y aprovechando la lesión del mejor jugador del mundo, la campaña pro Cristiano Ronaldo ha llegado a límites demenciales. Es ahora o nunca.

Después de desprestigiar un trofeo que, según ellos, hubiese tenido que distinguir a cualquier futbolista menos a Messi, se presenta la oportunidad de cambiar argumentos y volver a considerar el Balón de Oro como lo que siempre ha sido: el reconocimiento al mejor jugador del mundo. Veremos.

Y si no, pueden volver a hacer lo que ya hicieron con la Copa de Europa: diseñar un trofeo a su medida.

Sería la oportunidad de que Cristiano Ronaldo ganase cinco consecutivos.




miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Os odio a todos!


Odio las camisetas del Barça para la temporada que viene.

Las odio porque son Nike y no estoy de acuerdo con el draconiano contrato que liga al F.C. Barcelona con la firma estadounidense... pero odiaría que no fuesen Nike porqué eso demostraría que la directiva se vende al mejor postor y prima esos intereses personales tan absolutamente inconfesables por delante de los propios intereses del club.

Odio que luzca la Senyera en la parte frontal porque eso supone un paso más hacia la politización del club a la que nos están arrastrando nuestros dirigentes... pero odiaría que la Senyera continuase en la parte posterior, porque en estos momentos el Barça ha de dar un paso adelante demostrando esa catalanidad consustancial a su esencia, por mucho que le pese a esos directivos tan moderados que ocupan el palco de nuestro estadio.

Odio que la segunda camiseta sea naranja, porque es una clara imitación de la segunda equipación que luce esta temporada el Real Madrid en Champions... pero odiaría que no fuese naranja, porque ese es el histórico color con el que ganamos nuestra primera Copa de Europa y que tanto nos identifica con la Naranja Mecánica de nuestro padre espiritual, Johan Cruyff, tan injustamente denostado por el presidente que nos toca sufrir.

Odio que la camiseta cuatribarrada pase a ser la tercera del equipo, porque además de ser la camiseta que representa a Catalunya, es la de mayor impacto económico en la historia del Club... pero odiaría que siguiese siendo la segunda camiseta, porque aunque a la actual Junta se la traiga al pairo, eso genera antipatía y malos rollos en el resto de España 

Odio que la camiseta del Barça de la próxima temporada siga teniendo franjas verticales, porque en pleno siglo XXI toca innovar y dar un paso adelante en lo que a diseño se refiere... pero odiaría que las franjas dejasen de ser verticales, porque después de que los individuos que manejan los destinos del Barça hayan vendido nuestra esencia a Qatar, ya solo falta que destrocen el diseño clásico de nuestra camiseta.

Y odio que la camiseta del Barça siga siendo azulgrana, porque aunque no tenga ningún motivo para hacerlo, sólo es cuestión de tiempo que se me ocurra.

Visca el Barça!

lunes, 11 de noviembre de 2013

Con la permanencia al alcance de la mano...


Cumplida una tercera parte de la temporada, el F.C. Barcelona suma 37 puntos, lo que le acerca a asegurarse la permanencia en Primera División. Visto el juego de los blaugrana, visto el análisis técnico del entorno, parece que ese sea el único objetivo a cumplir este año. 

Los resultados acompañan. El juego no convence. La oposición más intransigente acusa de resultadistas a los barcelonistas más conformes. El rosellismo más conspicuo tacha de desestabilizadores a los barcelonistas más disconformes. La mayoría silenciosa, muy real en este caso, observa y calla.

El Barça del Tata no es, ni puede ser, el Barça de Guardiola. Martino ha optado por confeccionar un collage que, como tal, no puede satisfacer plenamente a nadie, pero que parece servir para alcanzar objetivos.

El Barça ya no pelea como Cassius Clay. El Barça se faja como Mike Tyson... Algunos, como Valdés (y Bartra cuando puede), ponen la cara, y cuando el rival está blandito, los de delante (y Messi cada vez menos), ponen los puños.

Si el plan sirve para llegar al momento crucial de la temporada en forma y más inspirados que ahora, habrá que aplaudir. Si esa mejora se produce, negar el mérito de un Martino aterrizado en paracaídas en un club que quiere jugar como hace cuatro años con jugadores que ya no pueden hacerlo si puede ser síntoma de que la tomatera de Rosell no deja ver el bosque del Barça.

Mientras tanto, es muy posible que los intereses del F.C. Barcelona y de la Federación Argentina de Fútbol coincidan. 

Ahora mismo, el colchón de puntos en Liga y la clasificación para octavos en Champions, han de servir para que Messi descanse lo que sea necesario y llegue a la primavera en condiciones para disputar todos los títulos con el Barça... y el Mundial con Argentina.

A mediados de noviembre, me preocupan más las molestias de Cesc que la lesión de Messi.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Colgarse del caño...


Los dos grandes clubes del fútbol español vienen con aparato mediático incorporado. La ocupación de esos accesorios de serie es analizar hasta la extenuación cada uno de los aspectos relacionados con el día a día del equipo de sus entretelas.

Somos muchos los que creemos que la influencia de cada uno de esos aparatos no es proporcional al peso específico de ambas instituciones. Por una serie de circunstancias, la prensa filomadridista posee una caja de resonancia mucho mayor que la de la prensa afín al F.C. Barcelona.

Esa realidad, a mi modo de ver incontestable, conlleva una serie de vicios que distorsionan conceptos y percepciones. Manipulación, intereses inconfesables y fobias innegables pretenden alterar una realidad que, pese a todo, sigue siendo única e irrefutable.

Sin embargo, el incansable bombardeo con el que nos castiga la caverna mediática madridista nos hace olvidar, a veces, inconfesables intereses e innegables fobias de la prensa deportiva catalana.

El mejor Barça de todos los tiempos y un Real Madrid muy, muy antipático (por no decir que absolutamente borde), ha facilitado enormemente la labor, en Barcelona, de unos medios que se han visto inmersos, de forma casi inevitable, en el seguidismo y el aplauso palmero.

Pero que tus altavoces sean más pequeños y tu estilo más pausado, no equivale a que tu forma de hacer periodismo no esté contaminada por cuentas pendientes y rencores mal digeridos.

Por mucho que las grandes estrellas de la caverna mediática madrileña, en un infantil intento de autojustificación, no se cansen de acusar a los medios catalanes de ocultación y pensamiento único, la historia nos habla de un entorno cainita y autodestructivo que, a la primera ocasión, se lanza a la yugular del primo hermano. Por no retroceder a épocas más lejanas, sólo hay que recordar el tratamiento que se dio al sustituto de Johan Cruyff en el banquillo del Barça. La suerte es que el Tata no se ha venido con traductor incorporado.

Algunos se empeñan en ignorar las circunstancias en las que Martino se ha visto obligado a aterrizar en Barcelona (convirtiéndose en el técnico con mejores resultados en su debut de la historia del F.C. Barcelona, dicho sea de paso). Pesa más esa inacabable guerra intestina que no entiende de objetivos comunes ni de épocas de transición. El odio y la inquina a un incompetente Rosell arrastran a un Tata que sigue esforzándose en tirar de oficio y trabajar con lo que tiene. Pero no es culpa del técnico argentino que algún tótem sagrado no siga en el Barça, ni de que las piernas de los jugadores que alcanzaron el paraíso del fútbol sean cuatro años más viejas. No es culpa suya que sea tan difícil no cambiar nada cuando, en realidad, todo ha cambiado.

El Tata ya sabe que le esperan con el lanzallamas desenfundado y que la primera derrota será una excursión al Monte Calvario. Nadie dijo que ser entrenador del Barça fuese un trabajo fácil, pero lo que ha quedado claro es que nunca es gratis hablar de la prensa... sea la de allí o la de aquí. 

Desde ayer, Gerardo Martino ha demostrado que, hablando claro y diciendo la verdad, es bastante fácil ponerte a la "prensa amiga" de culo. 

Porqué si. Los periodistas de bufanda no son más que unos barras bravas. 

Y solo les falta colgarse del caño.







sábado, 26 de octubre de 2013

Cuando la excusa se agota de tanto usarla...


No voy a extenderme demasiado hablando de uno de los Barça - Madrid con los que menos he vibrado en mi vida.

Dos equipos buscando el norte, victoria del menos malo y la caverna reescribiendo el reglamento según los intereses del Real Madrid.

Punto... y final.

Parece que a la prensa afín al nacionalmadridismo le preocupa más generar polémica cuando pierde el Real Madrid que preocuparse en analizar el juego de su equipo.

Un partido que el Real Madrid pierde con justicia se convierte en un episodio postmourinhista de lloros y quejas a la carta.

Se ignora que Sergio Ramos no es expulsado cuando hubiese tenido que irse a la calle dos veces antes de que Ancelotti le liberase de más sufrimientos.

Se fabrican teorías conspirativas para modificar el reglamento cuando Adriano toca el balón con la mano involuntariamente, ocupando un espacio necesario y por tanto no pudiendo evitar el contacto.

Se obvia un claro penalti de Pepe a Cesc y se exacerba un penalti de Mascherano a Cristiano, evitando entrar en el clásico argumento cavernario sobre la incidencia directa de los errores arbitrales en el curso del partido... Si un penalti es un gol (?) y el penalti de Pepe es anterior al de Mascherano, el resultado hubiese sido 3-2 (¿cuento de la lechera?).

El partido ha sido aburrido. La polémica artificial de esta semana lo será aún más.

Y del caño de Dani Alves a Cristiano ni hablamos.

jueves, 17 de octubre de 2013

Tradiciones arraigadas.


Los primeros recuerdos que tengo del Camp Nou son de tardes de domingo, a las cinco, en la segunda gradería del gol norte, embutido entre mi abuelo y un señor con un puro que no le cabía en la boca.

Hoy está prohibido fumar puros en el Camp Nou. 

Yo era socio pero no tenía abono, por lo que  a la versatilidad de aquellos entrañables e incómodos bancos corridos de color verde y a la buena voluntad de nuestros vecinos debo el haber sido testigo de los brutales cambios de ritmo de Johan Cruyff, de la clase nunca suficientemente ponderada del Cholo Sotil, de la entrega sin límites de Johan Neeskens o de la extraña magia de Manolo Clares.

El Mundial del '82 propició la ampliación del estadi y la sustitución de los bancos de madera por asientos individuales, lo que suponía el principio del fin de las inolvidables almohadillas y una dificultad añadida a la maniobra de encaje de los niños entre socios colindantes, haciendo que muchos mayores viesen los partidos con menores aposentados sobre sus rodillas.

Mi abuelo agradeció mucho que en esa época yo ya contase con un abono. Servidor había casi alcanzado ya la categoría de peso pesado y hubiese resultado ciertamente molesto vibrar con el juego del Barça con semejante pollo sentado en el regazo.

En esa época yo iba al Camp Nou en moto. Sin casco.

Hoy está prohibido ir en moto sin casco.

Con la ampliación, el aforo del estadi alcanzó los 120.000 espectadores. Aquello era un orgullo. Teníamos el mejor estadio del mundo. Pero el paisaje del Camp Nou, pese a su magnificencia, ha continuado siendo tan familiar, tan entrañable como siempre, porque lo habitual siempre ha sido ver mucha gente mayor (señores y señoras), muchas parejas... y muchos padres con sus hijos. Ese perfil social, reforzado por un creciente número de población flotante, convierte a la afición del Barça en una masa no demasiado ruidosa, excepto los días que toca.

Por eso, pese a tener un abono de asiento, no era extraño que en la década de los '80 viese muchos partidos en los inolvidables fondos de general, de pie, donde el ambiente era mucho más estimulante que en mi localidad de la segunda gradería.

Hoy está prohibido que un estadio de Champions tenga localidades de pie.

Y así, entre modificaciones y prohibiciones, hemos llegado al momento actual. Ya no dispongo de abono, pero dispongo de una televisión de alta definición conectada a diferentes plataformas digitales. Me he convertido en un desertor, en un mal barcelonista que desde su sillón evita la avalancha de turistas que invade el Camp Nou.  

El Barça tiene el mejor equipo de su historia; el Camp Nou ya no es el mejor estadio del mundo; la presidencia del club está en manos de alguien que no solo no es capaz de solucionar los pocos problemas que pueda tener hoy la institución sino que es capaz de aumentarlos exponencialmente y generar polémicas donde no tendría por qué haberlas; la oposición más visible critica lo que es criticable (bien) y pierde la razón criticando lo que no es criticable (fatal) y fiiscalizando lo que nadie más allá de su círculo en las redes sociales es capaz de ver (incomprensible). 

Ante todo eso, algunos nos limitamos a ver por la tele como nuestro equipo es cada vez mejor y nuestro club es cada vez menos tradicional.

En este punto, en el que la tradición del Camp Nou se difumina a marchas forzadas, una directiva que está perdiendo el rumbo a marchas aún más forzadas decide dar el golpe de gracia a su escasa popularidad aplicando la legalidad en el momento más inoportuno y de la forma más inadecuada.

Son muchos los estadios en los que se ha encontrado una fórmula más o menos imaginativa para acomodar a los más pequeños de acuerdo con la normativa vigente, pero la imaginación no existe en la directiva del Barça.

Es necesario que el F.C. Barcelona facilite la entrada de forma regulada pero gratuita a los niños que tendrán que abarrotar el Camp Nou en un futuro no tan lejano. Es necesario que la directiva aproveche el viento a favor que proporcionan los éxitos deportivos y trate de no romper nada más hasta las próximas elecciones... a las que, por cierto, sería deseable que no se presentase. Es necesario que la oposición canalice su ira, aplaque su resentimiento y aporte sentido constructivo al debate. Y es necesario que la culerada no se pierda en guerras intestinas.

Pero la contínua guerra civil entre el barcelonismo no hay quien la prohíba. 

Esa si que es una tradición bien arraigada.

martes, 15 de octubre de 2013

Y el verbo se hizo carne...


Andaba la caverna ensimismada en sus cosas, aprovechando el parón de selecciones para ilustrar a la parroquia sobre el teatro de Neymar, cuando una portada quintacolumnista de Marca ha puesto al borde de un accidente cardiovascular colectivo al florentinismo de pro.

Cuando se habla de Gareth Bale, hernias, protusiones o lesiones varias hacen subir la tensión a más de uno y a más de dos. Y es que gastarse una pasta gansa en un juguete roto, además de ser un mal negocio, produce aquella sensación de panolismo que tanto escuece en Concha Espina.

El sobresalto ha sido tan "ostentóreo" que el Ser Superior se ha visto obligado a tomar cartas en el asunto. Y es así como el verbo se hizo carne y nos obsequió con su presencia en su late night cavernario de cabecera.

Tan, tan de cabecera, que un cariacontecido Josep Pedrerol justificó el masaje antes de proceder a aplicarlo. Engañar, lo que se dice engañar... no engaña a nadie.

Un abnegado Florentino decidió que Josep Pedrerol le dedicase hora y media de lubricante para informarnos que la protusión de Bale es cojonuda y que el jugador que no tiene protusión ni es jugador ni es nada. El Sr. Pérez y el Sr. Pedrerol nos recordaron que el Real Madrid es el club más rico del mundo, que la mayoría somos del Madrid y los que no lo somos es porque aún no lo sabemos, que Andrés Iniesta era del Madrid a todo poder y que Cristiano salta mucho. 

Cuando a Pedrerol se le agotó la vaselina, procedió a someter al jefe a un tercer grado muy exigente. Tan grande fue la exigencia, que el papel de poli malo recayó en la sanguinaria Cristina Cubero. El resto de palmeros fue escogido de entre lo más selecto de la caverna, a saber, Tomás Roncero, Siro López, José Luis Sánchez, José Antonio Luque y José Damián González. Canela fina.

A partir de ahí, la madrugada discurrió en una agradable atmósfera de veneración y reverencia salpicada con momentos de alta comedia, como cuando Florentino Pérez explicó, ante los pesos pesados de la yihad mediática madridista, que en los medios no hay madridistas... olé tú, ¡olé tú! para languidecer en una proclama de casi un cuarto de hora (como se nota que a esa hora sólo vemos la tele insomnes y desocupados) del preclaro Siro López. Más que proclama, soflama, en la que nos aclaró que él y sus amigos no son periodistas de camiseta, que son periodistas de camiseta, bufanda, gorra, banderín y vuvuzela, cosa extraña, porque venía a contradecir la amarga queja lanzada por Florentino sobre lo solo que se encuentra el Real Madrid en la arena mediática.


Esperemos que la protusión no vaya a más... no sea que Florentino decida interrumpir la programación de todas las cadenas para lanzarnos su mensaje de Navidad en pleno mes de octubre.

Y el día 26 espera el Camp Nou...

miércoles, 9 de octubre de 2013

Como se ven, como les ven... como son.


A Gerardo Martino le acusan de no conocer el fútbol europeo y de no tener ni idea de donde se ha metido.

Más allá de estériles debates sobre el concepto, sobre el estilo, el hecho de si el 'Tata' conocía o no el fútbol europeo se antoja poco relevante ante los buenos resultados cosechados en su arranque como director técnico blaugrana.

El 'Tata', además, vio aparecer la oportunidad de su vida de forma inesperada y probablemente no se preocupó demasiado en indagar la dimensión real de su nueva posición. Probablemente eso sea cierto. 

Pero Martino aprende rápido y se ha encargado de demostrar que ya conoce el terreno que pisa. Sabe que la crisis social es consustancial a su nuevo club y que las campañas orquestadas contra su nuevo club son consustanciales al aparato mediático madridista.

Hablar del fichaje de Bale le valió ser hipócritamente vapuleado desde Madrid. Acusar a la prensa deportiva española le ha valido ser atacado en masa por un colectivo exageradamente corporativista. 

Ese ataque de la "prensa deportiva" ha servido, sin embargo, para que algún peso pesado de la caverna haya tenido que mirarse en un espejo que su propia realidad virtual se había encargado de esconder bajo montañas de cinismo y maniqueísmo exacerbado.

Después de que con la inestimable colaboración del "prestigioso" Siro López, Paco García Caridad se rasgase las vestiduras en Punto Pelota por la "caradura" de un profesional que se extrañaba de que en España campase a sus anchas el "periodismo con camiseta" cuando en Argentina, como en el resto del mundo, la prensa deportiva es, como mínimo, tan dañina como aquí, Caridad quiso trasladar el debate a su programa radiofónico, solicitando la colaboración de un periodista argentino que desnudase la doble moral de Martino.

Paco García Caridad, "experto" en prensa deportiva argentina, quiso hacer unas risas a con un conocido mourinhista porteño, Juan Carlos 'Toti' Pasman, a costa del nuevo entrenador del F.C. Barcelona.

Lástima que el tiro le saliese por la culata.


'Toti' Pasman, lejos de alinearse con la doctrina cavernaria de García Caridad, se permitió el lujo de defender que lo normal, lo que pasa, por ejemplo en Argentina, es que más allá de debates locales, los grandes medios nacionales mantienen, en lo posible, aquella objetividad inherente al periodismo que aún se intenta inculcar en las facultades. En definitiva, Pasman llamó hipócrita a Caridad.

Un contrariado Paco García Caridad dejó entonces ir perlas cultivadas del calibre de "el espacio que se le dedica a un equipo o a otro no significa tendencia" (no, los medios españoles de difusión estatal no tienen tendencia... y mi abuela era Santa Teresa de Jesús), "ser del Real Madrid -un periodista- es un pecado mortal pero se mira con muy buenos ojos ser del Barcelona... si dices que eres de un equipo menor, eso pasa inadvertido" (¿el Barça un equipo menor?), o que "aquel que confiesa de qué equipo es, una vez que lo ha confesado... va a ser mucho más duro para que se note el efecto contrario, es decir, que provoca un ejercicio de autocensura" (que se lo digan a Tomás Roncero, a Siro López, a Juanma Rodríguez...).

Pero más allá de debates estériles, lo que realmente sucedió una tarde del mes de octubre en Radio Marca es que la caverna mostró como se ve a sí misma, un periodista argentino tuvo que explicar como la ven los demás... y los oyentes volvieron a oír, a ver una vez más, la cara más real de esa caverna.



viernes, 4 de octubre de 2013

Se abre la veda.


"Me doy cuenta de que he cometido un error al ver tarjeta roja... no debería haber actuado de esta manera". Scott Brown, capitán del Celtic de Glasgow.

Pamplinas. Se nota que Scott Brown no ha jugado nunca bajo las órdenes de Mourinho... ni siquiera en el Real Madrid.

Cuando un jugador profesional de fútbol derriba y patea a un actor disfrazado de delantero del Barça, los cánones cavernarios indican que ha de comerle la oreja para que se levante inmediatamente, ha de protestar con cara de poseso a un árbitro condicionado por el platinato y, si consigue seguir sobre el terreno de juego (lo más habitual), reincidir en la próxima jugada... porque ya se sabe, "aunque hagamos 100 faltas, el árbitro no nos podrá expulsar a todos".

La reiteración de faltas sobre Neymar no es un fenómeno que se haya iniciado con su fichaje por el Barça. En Brasil lo ponían a caldo en cada partido, e incluso Piqué le dio un buen viaje en la Copa Confederaciones.. viaje que, por cierto, no hizo exclamar a nadie que Neymar fuese un teatrero.

Ya dijo Gerardo Martino que Neymar "tiene un estilo de juego que invita al rival a la violencia". Probablemente, la sinceridad del Tata volvió a jugarle una mala pasada, porque con un árbitro arbitrando, nada tendría que "invitar a la violencia", pero parece evidente que un jugador liviano físicamente, que encara sin complejos y que tiene la capacidad de desbordar a cualquiera, está destinado a acabar por los suelos algo más de lo que lo hacía Charly Rexach en sus buenos tiempos.

Lo preocupante no es que cosan a patadas a un futbolista que parece predeterminado a ello. Lo preocupante... lo preocupante no, lo escandaloso es que la autodenominada prensa deportiva de Madrid (¿prensa? ¿deportiva? ¿de Madrid? De Madrid si, claro... y del Real Madrid, más claro aún), se dedique a continuar sacando crédito del mourinhismo más rastrero.

La campaña es tan vergonzante, que ni siquiera se pone en duda la cacería (demasiado evidente incluso para el rincón más oscuro de la caverna), simplemente se dedica a hacer crecer la idea de que Neymar es el mayor cuentista en una plantilla de comediantes.

Lo más perverso del montaje no es ya falsear la realidad (algo a lo que el aparato de propaganda florentinista está demasiado habituado), lo realmente preocupante es esa sensación de que se está generando un caldo de cultivo para que a finales de octubre, en el Camp Nou, la defensa del Real Madrid tenga barra libre para salir a la caza del hombre.

Lo vengo diciendo hace días. Ojalá me equivoque.

martes, 1 de octubre de 2013

La corrupción del debate.


El año pasado, un Barça fiel al concepto se estrelló ante un Celtic fiel a la mística. Fue un Barça que dominó el partido, que gozó de oportunidades (con postes incluidos), pero que encajó dos goles producto de sólo tres remates de los escoceses.

Como el ventajismo me puede, celebro con alboroto que un Barça menos ortodoxo haya sido capaz de ganar en un estadio difícil, difícil, difícil. Y es por eso que considero lógico que si en 2012 el Barça mereció ganar, no supo y los culés lo lamentamos, en 2013 los barcelonistas celebremos que un Barça que no ha merecido perder haya dado un paso de gigante en la clasificación de su grupo.

Sé que los puristas me acusarán de resultadista, clementista, hereje y traidor a los principios, pero creo sinceramente que, entre la alternancia de ultraexhibiciones y megapetardazos de la temporada pasada y la combinación de buen juego y solvencia de esta temporada, nos interesa apuntarnos a la segunda opción.

Lo triste sería que el debate futbolístico se corrompiese por cuestiones más espurias... porque entonces podríamos decir que es tan lícito sostener que Tito no era el entrenador ideal para el Barça como mantener que Rosell no es el mejor presidente para el mejor club del mundo.

Es una opinión...



jueves, 26 de septiembre de 2013

La culpa fue del Cha-cha-chá...


A ver... ¡qué no os embauquen! Un árbitro puede equivocarse en la apreciación de una falta, y si el lanzamiento de esa falta se convierte en gol, pues mala suerte para el perjudicado. Un árbitro tiene la potestad para alargar el descuento si considera que uno de los equipos ha perdido tiempo deliberadamente, y si entonces alguien se cae en el área y el árbitro pita penalti porqué es humano, se puede equivocar y en realidad estaba distraído con el peinado del guapo del partido, pues más mala suerte para el sobreperjudicado.

Fútbol es fútbol, hay que ir partido a partido, el Míster hace lo mejor para el equipo y Cristiano salta más que nadie. A partir de ahí... los árbitros te dan y te quitan y esto es muy largo. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos.

Lo que sabe mal es que si la apreciación de una falta dudosa supone anular un gol al Sevilla, alargar siete segundos un descuento supone un gol del Barça y... y nada más, estamos ante el árbitro de cabecera del villarato y ante la muestra palpable de que la competición en España (bueno, en España y en el mundo mundial) está adulterada. Que ese árbitro no expulse a un jugador del Sevilla en ese mismo partido entra en la categoría de error de apreciación y no en la de escándalo vergonzante. Por supuesto. 

Pues si, eso sabe mal. Pero lo que a algunos nos sabe peor es que errores similares (dejémoslo así) en un partido que se juega, pongamos que en Elche, arbitrado por... por ejemplo por el árbitro de cabecera del villarato, pero con otros contendientes, se expliquen (se expliquen porque no hay Dios que aquí se salte una explicación) en base a los errores de de otro día, en otro sitio, con otros participantes. El tú más y todo eso.

Lo de Elche es un escándalo mayúsculo, pero la culpa no es del Madrid, la culpa es del Barça que se atrevió a culminar en gol la última jugada de un partido que le dio por ganar. La culpa fue del Cha-cha-chá.

Eso si, cuando un árbitro vuelva a anular un gol a un equipo que juegue contra el Barça el contador habrá vuelto a ponerse a cero y de Elche ya no se acordará ni Muñíz Fernández. La Liga volverá a estar adulterada y tal y cual, y tendremos coartada para que un jugador vestido de blanco tropiece en el área, le pise la mano a un contrario o se ponga a jugar a balonmano, porque entonces los árbitros volverán a ser malos... sin más, sin contubernios.

Y mientras tanto, la prensa afín ya va preparando el Trofeo Twitter al jugador más afín a la prensa afín... por que, ya se sabe, en los tiempos que corren hay equipos que no están para despreciar ningún título.

¡Al loro!

martes, 24 de septiembre de 2013

Disfrutemos, collons!


¿Qué es mejor, un 0-4 o un 4-1?

Lo mejor, como diría un señor muy mayor al que el director de As se empeña en otorgar la paternidad del concepto futbolístico de este Barça (?), es ganar, ganar y ganar.

Los culés hemos tenido la suerte de ganar, ganar y ganar jugando, además, de puta madre. Así, tal cual... de putísima madre.

Discutir sobre si es mejor la exquisitez de un juego-control sólo al alcance de una generación eterna que desgraciadamente no se eternizará, o el pragmatismo de un juego-resultadista al alcance de muchos pero optimizado por algunos menos, es discutir sobre las partes pudendas de seres celestiales. No nos lleva a nada.

Lo mejor es poder jugar como en Vallecas cuando sea necesario y volver tres años atrás tantas veces como sea posible. 

Pep, el mejor entrenador que nunca tendremos, también las pasó putas en El Sadar (¿Reyno de Navarra?) apabullando en posesión. Y Pep también le metió seis al Real Madrid en el Bernabéu con un juego directo y sin demasiadas milongas.

Yo, pobre de mi, reconozco al Barça de Vallecas y al Barça que ha ganado al Levante o a la Real Sociedad. A mí, pobre de yo, me fastidia y me preocupa el Barça que jugó contra el Sevilla o contra el Ajax.

Pero a mí me encanta un Barça capaz de competir con garantías en cualquier ámbito.

Si llegamos a ser capaces de defender un corner, ya será la hostia.

Dejemos trabajar al Tata... y disfrutemos, collons!


Al culé le va la marcha...


La oscura conciencia de la caverna mediática siempre ha encontrado un bálsamo tranquilizante en su espejo de la "caverna catalana". Cualquier exceso, cualquier sinvergonzoneria flagrante se ha venido respondiendo con un invariable "y tú más" a los de la trinchera de enfrente.

Es evidente que el nivel del periodismo deportivo de Barcelona es tan deplorable (o casi) como el de Madrid, pero no parece justo comparar altavoces.

Que TV3 va más allá del barcelonismo estrictamente necesario que debería exigirse a un medio público no es ni siquiera discutible. Los índices de audiencia en Catalunya no ofrecen discusión, y la cadena autonómica se alinea con la práctica totalidad de los medios privados catalanes en pos de satisfacer a una culerada abrumadoramente mayoritaria. La víctima del sistema es seguramente el RCDE Español. ¿Justo? Probablemente no, pero lo que pasa en Catalunya no difiere demasiado de lo que pasa con los medios locales madrileños... o valencianos, o aragoneses, o de donde sea. Todo por la audiencia.

Al barcelonismo le gustará más bien poco el libro de estilo de Telemadrid, pero nadie en Barcelona pide objetividad a la cadena autonómica madrileña... y mucho menos a los medios privados locales de Madrid.

La anomalía es la de los medios de ámbito estatal, públicos o privados, ubicados en Madrid, formados por periodistas de Madrid y tradicionalmente dirigidos a una audiencia "nacional", antes mayoritariamente madridista. Antes.  Esos medios han sido incapaces de gestionar una nueva situación en la que la audiencia ha cambiado, trasladando sus simpatías hacía un Barça mejor considerado en el conjunto de España que un Madrid más antipático y retrogrado.

La explosión del mejor Barça de la historia ha pillado con el paso cambiado a una casta ultramontana de periodistas afines al nacionalmadridismo (y a sus herederos), que comenzaron por tomarse el nuevo orden a pitorreo y que han acabado difamando para sobrevivir.

Esa supuesta vocación nacional "obligaba" a muchos medios a no admitir abiertamente un madridismo que, sin embargo, al ser incapaces de disimular, daban por sobreentendido.

Ese statu quo ha convenido, en mayor o menor medida, a casi todo el mundo. La audiencia barcelonista, habituada a ser históricamente maltratada por esa prensa deportiva (y no deportiva) "nacional", no ha modificado su consumo mediático. Para los madridistas todo ha seguido más o menos igual.

Además, el barcelonismo que vive en Catalunya cuenta con vías de escape informativas incondicionalmente blaugranas, con un modus operandi muy similar al de la caverna mediática mesetaria. La gran perjudicada es esa culerada no catalana, dejada de la mano de Dios y prisionera de un panorama mediático "tradicional".

En este escenario, el verdadero problema para los medios del Real Madrid ha llegado con la tozuda persistencia del Barça en seguir ganando, persistencia que ha acabado por poner definitivamente de los nervios a un madridismo para nada acostumbrado a soportar ingerencias periféricas.

El madridismo consumidor de información deportiva no incorpora ese aguante de una audiencia barcelonista habituada a jugar en campo contrario, y las primeras voces de cabreo blanco han encendido las luces de alarma en una caverna que, paradojas de la vida, parecía (sólo parecía) no ser tan salvajemente madridista como le exigían las bases merengonas (increíble pero cierto).

La pantomima mediática de un madridismo sobreentendido pero no declarado parece no ser ya suficiente, y aquellos que antes no se molestaban en disimular sus filias y sus fobias, están ahora obligados, además, a declarar abiertamente su inquebrantable fidelidad a un merengoneo impúdico y abiertamente obsceno. Ahora se presume directamente de falta de objetividad.

Y es así como en una España que se declara más simpatizante del Barça que del Real Madrid toca aguantar retransmisiones, informativos, tertulias y demás espacios pseudoperiodisticos bochornosamente parciales.

Que le vamos a hacer... al culé le va la marcha.