miércoles, 10 de septiembre de 2014

El Barça y el derecho a decidir.


A muchos nos gustaría hablar de fútbol, pero resulta que no tenemos ni puñetera idea, y claro, cómo aún así el fútbol nos vuelve locos (¿el fútbol o nuestro equipo?), acabamos hablando de otra cosa… de clubes de fútbol, de colores.

Ah... los colores. Ahí entramos de lleno en el terreno de las filias y de las fobias, donde todo está permitido. Nos excitamos con las bondades de los nuestros y nos excitamos, aún más, con la tontería de los otros. Todo vale, o casi.

Podemos hablar de quien eyacula en el champú de quien, de quien despierta a más niños en coma o de quien llega más borracho a los entrenos, pero hay un tema que seguimos considerando de muy mal gusto: la política en el fútbol.

La política, sin embargo, es una realidad inherente al ser humano que determina el funcionamiento de la sociedad y por tanto, de cualquier actividad que tenga lugar en ella. Y a día de hoy, el fútbol, esa amalgama de negocio, espectáculo y pseudodeporte, es una actividad social de primer orden no ajena a intereses políticos.

Todo esto viene a cuento por la negativa de la actual junta directiva del F.C. Barcelona a adherirse al Pacte Nacional pel Dret a Decidir, pese a la petición explicita de una parte de sus socios.

La verdad es que, para que no haya dudas, yo soy un catalán enamorado de la España plural y progresista pero muy decepcionado por esa otra España, quizá no mayoritaria pero si dominante, que nunca me ha dejado ser español en la forma en que yo hubiese querido serlo. Esa decepción me llevó, hace ya muchos años, ha apoyar el ideal de una Catalunya independiente.

Lo digo porque, pese a mis ideas, había venido defendiendo que, en la coyuntura actual, de normalidad democrática, el Barça no tenía por qué implicarse en cuestiones políticas. Y con esa convicción, quería escribir unas líneas apoyando la postura neutra de la junta presidida por Bartomeu.

Para hacerlo, comencé a desgranar la vinculación del Barça con la sociedad civil catalana, su papel integrador y el significado del “més que un club”. Quería llegar a la conclusión de que la implicación del Barça con los movimientos autonomistas de principios del siglo XX, su enfrentamiento a la dictadura de Primo de Rivera, el asesinato de su presidente en los primeros días de la guerra civil y el papel de aglutinador del catalanismo al que se vió abocado durante la dictadura franquista, habían ayudado a forjar la personalidad de un club capaz de aunar el sentimiento de culés de todo el mundo, identificados con unos valores que trascendían la innata catalanidad del F.C. Barcelona.

Sin embargo, ese superficial repaso a la historia del Barça, no hizo otra cosa que revelarme la enorme contradicción que suponía querer despojar a este club del papel que le corresponde en la sociedad en la que le toca desenvolverse.

El Barça es ahora una marca global, si, pero ha llegado ser uno de los equipos con más seguidores en todo el mundo partiendo de unas señas de identidad creadas a partir de su catalanidad y de su catalanismo.

Cuando Catalunya vuelve a vivir un momento crucial de su historia, y cuando esa normalidad democrática que creíamos inamovible se tambalea, el F.C. Barcelona, respetando siempre las sensibilidades de todos sus seguidores, no puede desvincularse del sentimiento mayoritario de su masa social.

Así pues, por primera vez en mi vida, escribir me ha servido no para reafirmarme en una idea inicial, sino para todo lo contrario. Meditar sobre lo que significa para mí el club de mis entresijos me ha servido, por una vez, para cambiar de opinión. Siempre hay una primera vez.

Esta directiva se dejará llevar por los acontecimientos. Yo simplemente quiero decir que no estoy de acuerdo y que abogo porque el Barça se adhiera al Pacte Nacional pel Dret a Decidir.

Se admiten comentarios.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Lo veo todo Cuadrado...


Uno no es más listo que nadie, ni siquiera se fija más… lo que vemos, lo que oímos, lo que leemos, está perfectamente planificado para que nos llegue tal y como nos llega. A partir de ahí, cada uno es muy libre de comprar, o no, la burra. Algunos no lo hacemos. Insisto, no por ser más listos, sino simplemente por estar más saturados.

La prensa deportiva española (y de momento, ahí hay que incluir a la mesetaria y a la periférica), está plegada a una serie de intereses económicos que hacen que la información como tal, haya desaparecido hace tiempo (si es que alguna vez estuvo realmente ahí) de los grandes altavoces mediáticos.

Algunos dirán que esa apreciación, opinión si se quiere, es, como casi todo en esta vida, interesada, y que podemos acceder, en tiempo real, a resultados, fichajes, declaraciones… a cualquier cosa que, en definitiva suceda en el mundo del deporte. Perdón, del fútbol. Es decir, podemos estar informados de todo lo que ocurre.

¿Significa realmente eso estar informados? Yo creo que no. Cuando me informan de que Falcao ha fichado por el Real Madrid y no recibo un desmentido hasta que llega cedido Chicharito, la sensación que me queda es la de una absoluta desinformación.

¿Eso ha pasado siempre? ¿El rumor interesado tapa la noticia? Probablemente.

Lo raro es que cuando Chicharito aterriza en Madrid, cuando Luis Suárez ha firmado su contrato, e incluso ha jugado un amistoso con el F.C. Barcelona, y cuando Radamel Falcao, a menos de doce horas para el cierre del mercado, jugará para el United según As, en el City según Mundo Deportivo, y no se sabe para quién según Marca y Sport, la “información” es que Florentino no ha querido ni a Suárez ni a Falcao para no estresar a Benzemá (Pedrerol dixit, te lo juro)… 

Claro. Y yo no soy el central del Barça porque prefiero seguir levantándome cada día a las siete para ir a trabajar a un polígono.

Eso, o es que lo veo todo Cuadrado.