lunes, 8 de octubre de 2012

Hasta aquí hemos llegado.


Tener un deportivo rojo o una amante japonesa y no poder dedicarles el tiempo suficiente, es un mal negocio.


Si no puedes mantener los gastos del deportivo y prefieres hablar de política en vez de fútbol con tu amante, parece que lo mejor será dejarlo.

Extremo Izquierdo a querido ser un desahogo personal ante otro impúdico desahogo: el cavernario. La deriva política del asunto ha sido en cierto modo, inevitable, pero el objetivo principal siempre ha sido destacar la memez y la estulticia, a secas, de las vacas sagradas del florentinismo mediático. 

Después de año y medio dando la vara con aquello de "solos ante la caverna", la actual coyuntura hace imposible no caer de cuatro patas en la charca política, y como además, obligaciones más prosaicas que el marcaje al hombre de la manipulación mediática filomadridista, no permiten mantener el ritmo de onanismo mental adecuado, se impone poner un punto y seguido a toda esta movida.

La idea es insistir muy pronto (o no tanto) con algún proyecto en el que se hable sólo de fútbol, de fútbol intemporal, compartiendo reflexiones sobre la actualidad menos rabiosa con historias menos trilladas que el hat trick de Pichi Alonso al Göteborg, pero siempre con aquel ramalazo culé que, ha quedado claro, ni puedo ni quiero evitar.

Así es que, de momento... hasta aquí hemos llegado.

Muchas gracias por la paciencia y hasta pronto (nos vemos en twitter).

Un abrazo a todos.

viernes, 5 de octubre de 2012

No han entendido nada.


La mayoría de mis amigos son del Barça, o del Espanyol. También tengo conocidos, catalanes como yo, que son del Real Madrid, del Atlético de Madrid o de la Juve.

Uno es del equipo que le da la gana por los motivos que le dan la gana, y entre esos motivos pueden incluirse, por qué no, razones políticas.

Muchos quisiéramos que deporte y política no tuviesen nada que ver, pero la realidad es la que es, y cada cual asocia sentimientos según sus filias o sus fobias.

Es tan lógico que un club como el Barça, que jamás ha disimulado su vocación catalanista, tenga seguidores que dan una gran preponderancia a ese sentimiento concreto, como que haya otros culés, ya sean catalanes, del resto de España o de Burkina-Fasso, a los que la catalanidad del Barça se la traiga al pairo y se declaren incondicionales barcelonistas porqué Cruyff jugó de blaugrana, porqué lo hace Messi, porqué les gustan sus colores o porqué disfrutan llevándole la contraria al merengón de su jefe.

No es tan lógico en cambio (o si), que ante la que se avecina el próximo domingo con la visita del Real Madrid al Camp Nou, la caverna esté empeñada en hacer renegar de su barcelonismo a todos aquellos españoles que no son catalanes.

No es lógico, porqué a aquellos a los que se les abren las carnes viendo estelades en el Camp Nou, les parece tan normal ver banderas españolas pre-constitucionales u oír el ya célebre "puta el Barça y Puta Catalunya" en respuesta al "ultrajante" canto del Camp Nou de "boti, boti, boti, madridista qui no boti"). No es lógico, porqué a aquellos a los que las simpatías de un manchego hacía el tan catalanista Barça les parece una anomalía aberrante, les resulta, sin embargo, la mar de gracioso el hecho de que un catalán sea del españolísimo Real Madrid. No es lógico, porqué a aquellos a los que se les pone de través que un chaval de Burgos declare su amor incondicional por los colores blau i grana, parece darles lo mismo que haya una peña barcelonista en Washington D.C.

Esos guardianes de la reserva espiritual de Occidente no han entendido nada. No han entendido que cualquier opinión merece respeto en una democracia y no han entendido que, del mismo modo que hay españoles fanáticos del Arsenal o de Boca, en una Catalunya independiente habrían votantes de Esquerra Republicana forofos del Real Madrid o del Betis.

O quizás si lo han entendido, y lo que les molesta realmente no es que haya españoles que sean del Barça, sino que haya españoles a los que no cause alergia todo aquello que huela a catalán.

Si es así, que no se extrañen de que el domingo, el Camp Nou parezca el Fossar de les Moreres.

@extrizquierdo

domingo, 30 de septiembre de 2012

Alimentando a la caverna.


Mou estaba en el Amsterdam Arena espíando al poderosísimo Ajax. Mejor para Mateu Lahoz, que evitó incómodos encuentros en el parking del Pizjuán.

La noche en que el Sevilla de Michel puso al Barça contra las cuerdas, tuvo que ser el árbitro del mourinhismo el que expulsase al pitbull Medel por ser corto de luces.

Cesc sí hizo esta vez teatro del bueno, pero sería aún mejor que los voceros de la meseta nos aclarasen por qué contra el Madrid la intención de hacer daño basta para expulsar, pero contra el Barça es necesario abrirle la cabeza a alguien para que la roja sea justa.

Más allá del excelente control con la mano de Thiago en la jugada del segundo gol de Cesc Fàbregas, Mateu Lahoz arbitró tan mal como le gusta al mourinhismo, y su nefasta actuación sirvió esta vez para que aunque el Madrid gane al Depor, el Barça llegue a la madre de todas las guerras (partido de ida) a ocho puntos de los de Mou.

En cualquier caso, queda claro que el villarato existe. Esta vez, al Guaje Villa le han bastado once minutos para dar un golpe a la Liga.

Con el Real Madrid tan lejos, es bueno alimentar a la caverna. 

Si no, ¿de que iban a vivir algunos?

@extrizquierdo

martes, 4 de septiembre de 2012

¿Cristiano está triste? No hay problema... cambiemos la realidad.



El Madrid ha ganado la Supercopa... que ilusión, que alegría.

Pero, ¿cómo es posible que habiendo conseguido el primer título de la temporada, Cristiano esté triste, Mou esté cabreado y el Barça esté a cinco puntos?

¿El Barça a cinco puntos? ¡Villarato!

Como el diario As ya metió la pata en su día, los encargados de manipular imágenes son ahora los señores de Canal+ (mismo collar, misma familia), que en su programa El día después, nos muestran con su infalible y sofisticado sistema Líbero Visión como Adriano se adelanta por un hombro a Víctor Ruiz en la jugada del gol anulado al Valencia. Gol que habría supuesto el empate.


La lástima es que no expliquen como es posible que al rotar el plano del césped (y limpiar al resto de jugadores), el fotograma que muestra a Adriano y Víctor Ruiz se mantenga estático y se sobreimpresione manteniendo la perspectiva original de la toma de televisión. O sea, que si se modifica la perspectiva que muestra las líneas del terreno de juego, debería modificarse la perspectiva que muestra la posición de los jugadores.

Seguramente, se trata de un detalle sin importancia, como la ausencia de ninguna toma que aclare la posición de Roberto Soldado en el gol anulado al Valencia en el Santiago Bernabéu.

Pero, por favor, ¡qué el villarato no estropee una buena historia!

viernes, 31 de agosto de 2012

Después, que no se quejen...



Los más jóvenes se sorprenderían del tirón que tenía en este país de “normal y UHF” el Festival de Eurovisión en la década de los ’70.

En 1979, concretamente, la cantante peruana Betty Missiego, representó a España en el Festival con el tema “Su canción”, quedando segunda por detrás del grupo israelí Milk & Honey, que ganó con la canción “Hallelujah”.

Betty Misiego llegó al final de las votaciones en primer lugar, pero España, última en votar, dio la máxima puntuación a Milk & Honey, relegando a su propia representante al segundo puesto.

Aquello me impresionó, ya que ignoraba que (por supuesto) el voto de cada jurado se certificaba antes de que se iniciase el espectáculo de las votaciones. A los ojos de un niño, aquello era la demostración palmaria del fair play y de la honestidad en defensa de las propias convicciones. Si España creía que la canción de Israel era mejor, debía proclamarlo al mundo, aún en perjuicio de los propios intereses.

Todo esto rebosa caspa, pero me ha venido a la cabeza a raíz de la polémica votación que ha erigido a Andrés Iniesta en el mejor jugador del fútbol europeo de la pasada temporada.

La rectitud moral exige que, ante cualquier disyuntiva, se opte por la mejor opción, por la más justa. Así pues, debería ser de justicia que, Francisco Justicia, representante español en la votación del trofeo, votase por aquel jugador que, en conciencia, considere mejor, más allá de nacionalidades, de filias o de fobias.

Y parece claro que el Sr. Justicia tiene claro que es de justicia votar al que para él, es el mejor jugador del fútbol europeo en la pasada temporada: Cristiano Ronaldo.

Todo sería muy bonito si no fuese porqué el Sr. Justicia es el subdirector del diario Marca, estandarte de la españolidad en el deporte y paladín de las campañas a favor de que cualquier reconocimiento individual recaiga en los maltratados deportistas españoles.

No parece lógico que el representante de un medio que, antes que Messi, considera que cualquier componente de la Roja es merecedor del Balón de Oro por el simple hecho de ser español, vote a un portugués que le disputa un galardón al jugador que colocó la estrella en la cabecera de su diario.

Es perfectamente lícito que el Sr. Justicia considere que Cristiano Ronaldo le da cien mil vueltas futbolísticas a Andrés Iniesta, pero en ese caso, como subdirector del diario deportivo de más tirada en este país, debería replantearse portadas como aquella en la que se consideraba a Joseph Blatter antiespañol por “permitir” que Leo Messi se impusiese a Xavi Hernández y al propio Andrés Iniesta en la votación del Balón de Oro, o campañas promovidas desde Marca a favor de Iker Casillas para evitar que un argentino siga marcando época en el fútbol mundial.

Y no es lícito, en absoluto, que el vocero del late night del Marca televisivo, el ínclito Enrique Marqués, se erija en representante de rectitud, atacando a Gerard Piqué por afear a través de Twitter, la incongruencia de Francisco Justicia.

A Piqué le dio por decir en la red que “felicidades al periodista que representaba a España y que no ha votado a Iniesta". Esas cosas gustan mucho en Madrid.


Y a Marqués le dio por responderle que su colega "vota a quien le da la gana" (tiene razón), que "no es una votación por países, si fuera así, no se pediría el voto, se daría por contado, ¿no te parece, amigo Piqué?" (aquí tiene razón a medias) y que "te voy a contar una cosa: la persona que vota para el Balón de Oro, es un periodista de una trayectoria intachable y un gran compañero de Mundo Deportivo, que se llama Francisco Aguilar. ¿Sabes a quien votó Aguilar en el Balón de Oro, amigo Piqué, don Gerard? No votó a Xavi, votó a Leo Messi. Porqué le dio la gana. Y, como debe ser, nadie dijo 'esta boca es mía'" (aquí la caga totalmente).


Que Paco Justicia vote a quien le dé la gana es lógico, y parece evidente que así lo hace (¿o no?). Que Paco Justicia no participa en una votación por paiese es cierto, pero de entre 53 periodistas, únicamente votaban dos cuya nacionalidad coincidía con la de alguno de los candidatos: un portugués (Hugo Vasconcelos), que votó a Cristiano Ronaldo, y un español (Paco Justicia), que votó a Cristiano Roanlado, claro... (quizás hubiese sido más lógico no permitir votar a un jugador de tu misma nacionalidad). Pero que el caso de Paco Justicia sea comparable al de Paco Aguilar, es una falacia cavernaria.

Que se sepa, Mundo Deportivo no ha orquestado campañas en favor de Xavi o Iniesta y en detrimento de Messi.

Los colores influyen, y mucho, pero al rotativo catalán le ha sido muy fácil entender que Messi es el mejor jugador del mundo y que, en consecuencia, es merecedor de aquellos reconocimientos que premian el talento individual, mientras que Marca ha venido insistiendo en que Messi es un gran jugador, Cristiano Ronaldo es más completo, pero que la excelencia del fútbol español merece esos reconocimientos individuales negados por una tenebrosa conspiración universal.

Debe de ser en el marco de esa conspiración anti-española en el que el Sr. Justicia vota, en consecuencia, por un portugués.

Pues que después no se quejen...

@extrizquierdo 

jueves, 30 de agosto de 2012

Pax madridista.



Exaspera el tono paternalista en el que los autoproclamados gurús de la información deportiva “nacional” dan la bienvenida a lo que, para ellos, parece ser el restablecimiento de una normalidad histórica que jamás debió ser alterada.

Con la consecución de la Supercopa de España por parte del Real Madrid, los futbolistas que antes eran teatreros son ahora unos grandes deportistas, los árbitros que antes eran esbirros de Villar son ahora garantes del espectáculo y Guardiola es un ente imaginario que, probablemente existió, pero que ahora no es más que un inquietante holograma en la mente de un Mourinho ocupado en el diseño del perfil psicológico adecuado para sus adláteres.

Costará entender que todo ese equilibrio, que tanto esfuerzo mediático ha costado a una central lechera huérfana de enemigos, se venga abajo ipso facto si el Barça amplía su ventaja en la Liga y se mantiene, además, como gran candidato para conquistar Champions y Copa.

Mientras tanto, la pax madridista parece haber llegado a lo más profundo de la caverna.

No durará mucho…

Y Mourinho dejó de quejarse...



El Real Madrid se hizo anoche con la Supercopa de España después de desarbolar a un empanado F.C. Barcelona en una primorosa media hora de juego, pudiendo haber hecho un roto histórico a los hombres de Tito Vilanova... Y nada más.

Para la historia quedará un nuevo título con el que engrosar las vitrinas del club de Concha Espina y el curriculum de José Mourinho. Nada que decir. En el computo de los 180 minutos, Madrid y Barça se repartieron errores y aciertos y lo que decidió finalmente el título fue el valor doble de los goles marcados fuera de casa.

El Madrid perdió la oportunidad histórica de humillar a un Barça al que tuvo a su merced durante un buen tramo de la primera parte, y demostró al mundo que la hegemonía que discute su entrenador, sigue produciéndole un complejo de inferioridad que le llevó a encerrarse en su área ante diez hombres que a punto estuvieron, al final, de amargar el año a una parroquía necesitada de exaltar sus triunfos insultando a Catalunya.

Poco que decir sobre el arbitraje de Mateu Lahoz, que dejó encantada a una caverna que, de haberse cambiado los papeles, estaría bramando por un penalti al piscinero Alexis Sánchez en el minuto 3 del partido, con 0-0 en el marcador y del que no se ha ofrecido ninguna repetición ni se ha incluido en ningún resumen del partido.

Y mucho que decir sobre la actitud en la derrota de un Barça que, lamentablemente ha convertido en noticia un hecho que debería ser  absolutamente normal: quedarse sobre el terreno de juego para ver recibir el trofeo al equipo ganador.

El resumen de los medios de Madrid es que algo ha cambiado respecto a la temporada pasada y que los dos equipos han dado una lección de deportividad.

¿Perdón? ¿Los dos equipos?

Queda claro que es importante saber ganar, y quizás por eso envió Mourinho a su avatar Karanka a la rueda de prensa posterior al partido, evitando así cagarla una vez más. Parece que su discurso, más allá de la queja, pierde sentido.

Pero la lección del Barça en la derrota es de las que no pueden enmascarar ni los más enloquecidos cavernarios, que buscan mensajes secretos de soberbia en las declaraciones de Tito o una actitud reprobable en el no saludo de Messi a Cristiano después de caer derrotado.

Habría sido bonito ver que hubiese pasado si Messi la mete en el minuto 90...

miércoles, 29 de agosto de 2012

El árbitro de Mou.



Anda el madridismo algo despistado ante los problemas de perfil psicológico exhibidos por los chicos de Mou en este arranque de temporada.

Las quejas arbitrales han tenido su hueco en el catálogo de excusas que el mourinhismo ha instaurado en la prensa deportiva madrileña, pero de momento, el indicador de histeria conspirativa no ha alcanzado la zona roja.

A pocas horas, sin embargo, de que el campeón de la Supercopa se decida sobre el césped del Santiago Bernabéu, un pálpito se extiende entre aquellos que más desconfiamos de una irredenta y persistente caverna mediática.

Arbitrando Mateu Lahoz, el trencilla de cámara de The Only One, el pretexto del villarato debería quedar automáticamente desactivado.

Y es evidente que, en dos de los tres escenarios posibles, el colegiado valenciano pasará, haga lo que haga, formalmente desapercibido.

Ante la factible hipótesis de que el Real Madrid se proclame campeón, poco importará que dejen de señalarse fueras de juego a Pedro o manos de Sergio Ramos dentro del área: el árbitro estaría, en ese caso, sujeto a los comprensibles errores que cualquiera de nosotros podría cometer.

Si se da el más improbable supuesto de que el Barça se pasee en Chamartín y golee a los blancos, la cruda realidad se antepondrá a las obsesiones cavernarias y Mateu Lahoz pasará a ser un protagonista secundario. La atención pasaría entonces por encima de la labor arbitral.

Pero, y Dios nos coja confesados, en el caso de que al F.C. Barcelona se le ocurra levantar la Supercopa después de un choque muy disputado (que vendría a ser lo normal), ni el árbitro que “garantiza el espectáculo futbolístico” se salvará del ataque de un entorno que en sus ansias de hegemonía, no deja de darse baños de realidad.

Ni la Copa de hace dos temporadas, ni la Liga de todos los récords, podrían soportar un título de Messi y compañía conquistado tan cerca de las recién alicatadas letrinas de Florentino.

Y entonces, ese madridismo que tanto vibra con los antiguos éxitos de Mou, podrá recordar los aspersores del día del Inter, pero olvidará la vuelta triunfal al Camp Nou de aquella Quinta del Buitre que se llevó una Supercopa de Barcelona.

En cualquier caso, no vamos a reír.

viernes, 24 de agosto de 2012

Tradición hegemónica.



El pasado miércoles quedó claro que el término hegemonía tiene un sentido en español y en portugués, y otro en el idioma personal de José Mourinho.


No se sabe si en esa particular concepción de la semántica que tiene el mourinhismo, tradición significa lo mismo que en otros sistemas de comunicación menos sofisticados, pero para el común de los mortales, ayer se cumplió la tradición en el Camp Nou.

Después del 3-2 de anoche, el madridismo demostró una vez más al mundo que, además de poseer otras virtudes, es el más inasequible al desaliento de los colectivos humanos, y siguiendo una tradición que ni Mou ha sido capaz desterrar, sino que más bien ha potenciado sustancialmente, la merengonada celebra, de forma tradicional, una derrota ante el Barça como si de un gran triunfo se tratase.

Es evidente que, en una final a dos partidos, perder por la mínima en campo contrario marcando además dos goles, no es un mal resultado, sobre todo consiguiendo el definitivo 3-2 segundos después de haber estado a punto de encajar el 4-1. Viéndose fuera, es lógico alegrarse al volver a verse dentro.

Pero una culerada que por ADN parece obligada a malfiarse de todo y de todos, no deja de sorprenderse ante la incontrolada y persistente euforia del madridismo en la derrota.

En definitiva, más que sorpresa, quizás lo que produce esta exaltación de la filosofía de manual de autoayuda es un poco, o un mucho, de rabia.

Rabia especialmente cuando tótems cavernarios del calibre de Paco García Caridad, twittean al acabar el partido que “fútbol más y mejor el Barça… pero en fe, confianza, no sé. Es mental. Ahí el Madrid es superior”.

Pues tiene razón Caridad. Lo suyo es mental.

Si después de jugar peor, de perder el partido y de tener que levantar la final con un resultado en el Bernabéu que no se ha dado en los últimos cuatro años, el Madrid se siente superior… apaga y vámonos.

En tradición de realidad paralela, la hegemonía del Madrid es aplastante.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Hegemonía.


El año pasado, José Mourinho afrontó la Supercopa de España como una cuestión de estado, preparando específicamente a su equipo para superar a un F.C. Barcelona que se había llevado Liga y Champions en competencia directa con el Real Madrid.

Hace un año, la Supercopa era un trofeo magnificado por un Real Madrid que quería sumarlo a una Copa del Rey que, frente a los títulos conquistados por el Barça, se antojaba como un logro menor.

Hoy, la Liga de Mourinho parece haber eliminado las urgencias que la Copa de 2011 no fue capaz de saciar, y el Real Madrid afronta lo que hace nada era ni más ni menos que una cuestión de honor, como si de un torneo de verano se tratase.

Que nadie se engañe. Un partido entre Barça y Madrid va, por desgracia, más allá de un mero encuentro deportivo. Y en estos momentos, el Real Madrid sigue teniendo más necesidad de triunfos que el F.C. Barcelona, por lo que, por mucho que diga The Only One, los blancos irán a muerte (como el Barça) a por un título que les ayudaría a recortar distancias con el equipo que, le pese a quien le pese, sigue manteniendo la hegemonía del fútbol mundial.

Por que, como en el caso del Balón de Oro, el único que discute la hegemonía blaugrana es un Mourinho al que, sorprendentemente, los medios acólitos se resisten a desnudar su enfermiza y obcecada barcelonitis.

Cuando un club de fútbol (no vamos a contar otras secciones), se adjudica 14 de los últimos 19 títulos que ha disputado, es poco menos que de chiste que, alguien como Mourinho, que mide su prestigio en base a los títulos conseguidos y que dirige un equipo que en ese mismo periodo de tiempo sólo ha conquistado dos, discuta la hegemonía de su gran rival en base a que "nadie ha ganado dos Champions consecutivas" o, en su defecto, a que el término tenga un significado distinto en sus acepciones portuguesa y española.

Pues no. En portugués, hegemonía se define como "primazia, superioridade (com relação aos da mesma espécie), poder ou autoridade suprema".

En español, se denomina hegemonía al dominio de una entidad sobre otras de igual tipo. 

Todos sabemos que Mou habla un idioma propio, en el que el dedo va por delante del verbo, pero hegemonia, en Valdebebas, en Sant Joan Despí, en Lisboa, en Esparragalejo y en Comodoro Rivadavia, significa lo que significa.

Y hoy por hoy, la hegemonía es del Barça... y el Balón de Oro de Messi, por supuesto.


martes, 14 de agosto de 2012

The Only One.



Soberbia: “Orgullo o sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato despectivo y desconsiderado hacia ellos”.

O sea, que José Mourinho es un soberbio entrenador.

Es el único, The Only One, que ha conseguido ganar las ligas de Inglaterra, Italia y España.

Eso es algo que no pueden decir muchos trabajadores. No lo pueden decir aquellos que entraron como aprendices en una empresa y que, a base de riñones, fueron ascendiendo hasta que, el día en que les tocó jubilarse, alguien les dio las gracias, y con suerte les regaló un reloj.

Al apostar por un proyecto, no consiguieron demostrar su valía en las compañías líderes del sector.

Otros, en cambio, han ido prestando sus servicios en diferentes ámbitos, y después de haber pasado, por ejemplo, por diferentes fábricas de pienso de la comarca, pueden decir con orgullo que son los únicos a los que les han dado calabazas las secretarias más macizas del sector forraje de su pueblo.

Es por ello que las declaraciones del antiguo The Special One a la cadena de televisión portuguesa SIC, en las que deja claro que le duele la cara de ser tan guapo, deberían hacer recapacitar a Casillas, Xavi e incluso a Messi.

Si no espabilan, ninguno de ellos podrá ser reconocido como un jugador especial, capaz de ganar las tres ligas más importantes del mundo, y tendrán que conformarse con esperar que el día en que se retiren, sus clubes tengan a bien agradecerles los servicios prestados con una pluma estilográfica con el escudo grabado.

Nunca serán The Only One

miércoles, 8 de agosto de 2012

Mou, ejemplo para los niños (Batum Balón de Oro).


Un año después de enseñar al mundo el dedo que dirige al madridismo, Mourinho declara a Fox Sport que en realidad no debió urgar en el ojo de Tito.

Es un alivio. Ahora que el dueño del Real Madrid nos ha aclarado que no es de recibo ir metiéndole el dedo en el ojo a la gente, muchos madridistas podrán volver a reñir a sus hijos cuando intenten dejar tuertos a sus amiguitos.

Ya se sabe. La campaña pro-Balón de Oro para Cristiano obliga al madridismo a un lavado de imagen con el que comenzar a buscarse simpatías debajo de las piedras. Y eso incluye al individuo menos simpático del universo.

La encargada de ilustrarnos sobre los enormes méritos humanos de un señor que, entre otras lindezas, pone en duda los méritos deportivos de sus rivales, será una caverna cuya programación parece incluir, efectivamente, la exaltación de los supuestos nuevos valores del mourinhizado Real Madrid. 

Pese a querer parecer una persona normal, vulnerable al arrepentimiento y la contrición, Mourinho insiste, eso si, en una historia virtual responsable de hacerle "perder un poco el control"; lo cual tiene delito, ya que el portugués se queda tan ancho al declarar que, precisamente, él trabaja mucho con sus jugadores en "controlar emociones, pensar sólo en jugar y trabajar bien". Que se lo digan a Pepe.

En un mundo en el que nadie puede sacarse un moco sobre un terreno de juego sin que quince cámaras inmortalicen el gesto, aludir a unas insuperables provocaciones que no ha oído nadie, suena a pobre justificación para un elemento que ha presumido siempre de no necesitar justificaciones.

En cualquier caso, será interesante ver el giro argumental de aquellos voceros florentinistas que hace un año llegaron a entender el energumenismo de Mou, y que ahora, además de exaltar las bondades del técnico luso, estarán obligados a lapidar a Batum, aventajado alumno de la heterodoxia mourinhista.

Claro que como la hostia olímpica se la ha llevado Navarro, esos voceros a sueldo siempre podrán decir que el jugador del Barça, viendo que ganaba a unos que iban de blanco, se cago en la puta madre de Batum, se acordó de Mourinho... y además lo hizo en catalán.

Veo a Nicolas Batum en el Real Madrid de baloncesto. A menos que The Special One decida que podría acompañar a Pepe en la zaga de ese equipo que tan bien controla sus emociones.

De ahí al Balón de Oro, solo hay un paso(siempre que Cristano lo permita, claro).

lunes, 6 de agosto de 2012

El amor por los colores.


Pese a caer en tercera ronda, He Zhi Wen ha sido el jugador de tenis de mesa español más destacado en los Juegos Olímpicos de Londres.

Juanito llegó a España en enero de 1990, a punto de cumplir 28 años. Su representante le había conseguido un contrato con un equipo alemán, pero un defecto de forma le hizo desembarcar en La General de Granada. Antes de eso, He Zhi Wen se había proclamado Campeón del Mundo por equipos con el equipo nacional chino.

No conozco a He Zhi Wen. Jamás he hablado con él, y por tanto desconozco si se le pone la piel de gallina al oír el himno español. Pero no dudo que su motivación para competir por España es tan legítima como la de cualquier otro.

Tan legítima, por ejemplo, como la de Messi para defender la camiseta del Barça o la de Cristiano Ronaldo para hacer lo propio con la del Real Madrid.

De hecho, las motivaciones, en el mundo del deporte, son casi siempre tan legítimas como económicas. Tanto los cracks super profesionales, como los deportistas aficionados, compiten allí donde mejores condiciones se les ofrece... o donde deben hacerlo por imperativo legal.

Messi juega en el Barça porque, además de sentirse cómodo haciéndolo de blaugrana, puede desarrollar al máximo su potencial deportivo y, sobre todo, cobrar lo que vale su talento en el desquiciadamente sobredimensionado mundo del fútbol.

Iker Casillas es el capitán de la Selección española porque, además de ser el mejor portero español, está obligado por la Ley del Deporte, que en su artículo 47 indica que "es obligación de los deportistas federados asistir a las convocatorias de las selecciones deportivas nacionales para la participación en competiciones de carácter internacional, o para la preparación de las mismas".

Por todo ello sorprende que, muchos de los que vibran tanto o más con los abdominales de un portugués enfundado en su blanca zamarra que con la sentida alegría de un manchego marcando el gol de la victoria en la Final de una Copa del Mundo, se rasguen las vestiduras cuando un jugador catalán de hockey, Àlex Fàbregas, declara que juega con España porque es con quien le "toca jugar".

Al fin y al cabo, las abuelas de algunos de estos neo-patriotas estuvieron casadas más de 50 años con sus maridos porque en la maravillosa España de posquerra el divorcio simplemente no existía. El amor no era sincero, pero la legalidad mostraba una feliz foto de familia.

Ahora parece que, en aras del sentimiento auténtico, alguno hubiese preferido que en la esquela de su abuelo, el puticlub del pueblo hubiese ido antes que la desconsolada esposa.

viernes, 20 de julio de 2012

Fútbol tóxico.



A poco más de un mes para que se reinicie la conflagración Barça-Madrid, algunos vivimos con la extraña sensación de que nos falta aquello que nos mata.

Como otros adictos a sustancias altamente perjudiciales, estamos esperando a que comiencen a saltar las chispas de una temporada que, por desgracia, parece acotada a los enfrentamientos entre el F.C. Barcelona y el Real Madrid.

Tanto da que hablemos de la Supercopa de España, de la Copa del Rey, de la Liga o de la Champions. El morbo está, más que en dilucidar quien será el mejor, en ver que animaladas soltará uno, que animaladas hará el otro o que animaladas difundirán los de siempre.

Es triste, pero es culpa nuestra.

Apenas nos deleitaremos con un par o tres de partidillos de pretemporada sin intoxicación para, inmediatamente, caer en esa vorágine que en el fondo tanto nos gusta de manipulación, descalificaciones y odio.

Quisiéramos pensar que rechazaremos la perversión mediática y nos esforzaremos en  disfrutar de un fútbol sin toxinas.

Lamentablemente no será así.

jueves, 12 de julio de 2012

Carta abierta a Alfredo Relaño.


Apreciado Sr. Relaño:

En este negocio de hinchada y forofismo nadie puede reclamar una superioridad moral sobre el rival.

Hay buenos, malos y muy malos en las dos trincheras, y en cualquier caso, el sesgo partidista no es solo inevitable, es incluso necesario.

Pero que a estas alturas, alguien como usted, que dispone de francotiradores del calibre del enloquecido Tomás Roncero, insista en bajar de su atalaya para animar el cotarro desde la provocación es, por reiterativo, definitivamente cansino.

En su editorial de hoy, nos obsequia con una reflexión en la que, evidente y paradójicamente, ha invertido poco tiempo en reflexionar.

"La obsesión del Barça con Mourinho" es el título de un artículo en el que usted no dice ninguna mentira, ¡faltaría más!, pero en el que decide obviar muchas verdades.

Habla de "la vieja madriditis del barcelonismo". Madriditis real, pero absolutamente eclipsada por la actual barcelonitis del madridismo. 

¿Causas de la una y de la otra? Usted mismo las señala: "años de derrotas".

El F.C. Barcelona, por los motivos que sea, tuvo que sufrir la hegemonia de un Real Madrid que controlaba en España y dominaba en Europa. 

Pero "años de derrotas" no se curan con una Liga. Y por mucho que le pese, los "años de victorias", la hegemonía y el dominio en definitiva, son ahora del Barça, que puede permitirse el lujo de perder una Copa o una Liga sin quemarlo todo.

Pretende usted, Sr. Relaño, sustentar la actual, y supuesta, madriditis del barcelonismo en la figura de Mourinho, argumentando que "todo se proyecta sobre él".

Efectivamente, "todo se proyecta sobre él", pero vuelve usted a obviar, como la inmensa mayoría del madridismo, la mayor. Y la mayor es que todo se proyecta sobre The Special One porque esa es la principal misión del técnico portugués. La guerra abierta entre Mou y el barcelonismo la inicia un Mourinho resentido, que utiliza al Real Madrid, del mismo modo que el Real Madrid le utiliza a él, para descabalgar al F.C. Barcelona de su actual posición de privilegio, sin que la amoralidad de los medios utilizados supongan ningún problema mientras permitan alcanzar el fin desado.

Cuando afirma usted, Sr. Relaño, "que basta ver cómo de nervioso se pone el Barça con él para sabar cuánto le conviene al Madrid tenerle", se olvida de mencionar que en el deporte, no todo debería valer.

No debería valer acusar de lo que sea al rival, no debería valer presionar descaradamente a instituciones y colectivos, no debería valer amenazar impunemente a cualquiera, no debería valer imponer a los tuyos modelos de conducta reprobables y, está claro, no debería valer meterle el dedo en el ojo a la decencia deportiva para que después, una cohorte de aduladores te aplaudan y lo justifiquen todo basándose en que "como entrenador siempre valoré su excelencia".

Si para usted, Sr. Relaño, lo que cuenta es que todos "salimos ganando" con la presencia de Mourinho y Vilanova en la Supercopa de España, es que no ha entendido de que va esto del "deporte".

Si usted, Sr. Relaño, cree que el espectáculo debe continuar cueste lo que cueste, caiga quien caiga, está abriendo la puerta a que cualquier comité perdone cualquier animalada en pos de preservar la calidad de ese espectáculo al que de deporte poco le queda.  

Y es que, Sr. Relaño, no "canta como una almeja que sólo haya habido tal alarma cuando entre el puñado de beneficiarios está Mourinho". Lo que canta como una almeja es que usted, como la inmensa mayoría del madridismo, acudan siempre al recuerdo de episodios elevados a la categoría de mitos del merengonismo para justificar cualquier desmán del mourinhismo.

Si para usted es más grave no presentarse a un partido en el que la Federación pretendía que el F.C. Barcelona jugase con el portero suplente como jugador de campo que agredir a un componente del cuerpo técnico de otro equipo, o si para usted es infinitamente peor tirar una cabeza de cochinillo a un terreno de juego (lo realmente grave, por su peligrosidad, fue lanzar una botella de whisky) que agredir impunemente desde la grada al guardameta del equipo visitante, poco hay que hablar.

Al fin y al cabo, gracias a la labor de medios como el que usted dirige, lo que quedará para la historia será el escándalo de Stamford Bridge, escándalo con el que ni el Real Madrid ni José Mourinho tenían ninguan relación y en el que ustedes nunca han querido analizar a fondo la influencia arbitral en el global de la eliminatoria (más allá de las escandalosas manos de Piqué), será el "teatro" de jugadores que no son Di María ni Marcelo, serán el lapo y el balonazo a la grada de Messi o será el "puto amo" de Guardiola.

No hay más que eso. En esas ideas repetidas hasta la saciedad, se basan lo que para usted, Sr. Relaño, son la madriditis y la obsesión del Barça con Mourinho, olvidándose sin embargo de las denuncias del Real Madrid a jugadores del F.C. Barcelona para evitar que jugasen finales en las que ni siquiera intervenía el club blanco, de la filtración de infundadas acusaciones de dopaje contra jugadores del gran rival, de la manipulación de imágenes, de las calumnias del propio Mourinho contra una institución polideportiva con más socios y más antigua que el Real Madrid, de las furibundas campañas para evitar que el mejor jugador del mundo se convierta en el mejor jugador de la historia, del impúdico disimulo mediático ante agresiones dentro y fuera del terreno de juego de personal del Real Madrid...

En definitiva, la obsesión del Barça con Mourinho se basa según usted, Sr. Relaño, en la extraña obstinación de la culerada en no seguir el camino que marca el dedo de Mou.

No se preocupe, Sr. Relaño. Me temo que el barcelonismo en pleno seguirá dándole tema para que, junto a su gran éxito de ventas (el villarato), pueda usted seguir profundizando en las obsesiones de un equipo, de una institución que, mal que le pese, ha visto como su histórica madriditis ha sido absolutamente superada por la galopante barcelonitis de otros.

Confíando en que con artículos como el de hoy siga usted retratando fielmente esa barcelonitis, me despido de usted.

Saludos desde ahí arriba.

@extrizquierdo

miércoles, 4 de julio de 2012

¿Por qué no ganó Jordi Cruyff el Balón de Oro?



Hace poco más de veinte años, tuve la oportunidad de ver jugar algunas veces a Jordi Cruyff en el campo de tierra del colegio americano de Barcelona.

En esa época, varios compañeros de clase acompañaban al hijo de Johan Cruyff en uno de los cadetes del F.C. Barcelona, y aunque supongo que no les estaba permitido hacerlo, todos ellos jugaban, además, con el equipo del colegio.

En aquellas pachangas, Jordi Cruyff destacaba evidentemente, pero no más que el resto de los que compartían con él vestuario en Can Barça.

Después, el destino y los intereses de cada uno de aquellos chavales, marcaron diferentes caminos en sus vidas. El único que se dedicó profesionalmente al fútbol fue el propio Jordi Cruyff.

En definitiva, el hijo de Johan era un buen jugador de fútbol, pero no mucho mejor que tantos otros que no pasaron, ni pasarán, de jugar como simples aficionados. 

Pocos son los futbolistas capacitados para jugar en primera división, pero esos pocos son más de los que finalmente consiguen ocupar alguna de las codiciadísimas plazas disponibles.

Para alcanzar el éxito en el mundo del fútbol, como en tantos otros terrenos de la vida, además del imprescindible talento, son necesarios trabajo y sacrificio. Pero como en esas otras facetas de la vida, la suerte también juega un papel fundamental.

Sin ese punto de suerte, la mayoría de jugadores de fútbol profesionales serían ahora albañiles, agentes comerciales, aparejadores o boys de discoteca.

Sin embargo, existe un grupo de elegidos que, con suerte o sin ella, y gracias a sus descomunales facultades, están destinados a triunfar, sí o sí, en el coto reservado del fútbol de elite.

En ese selecto y relativamente reducido grupo de cracks, podemos situar a 50 o 100 futbolistas por generación, capaces de poner un estadio patas arriba en algún momento de sus carreras.

Pero aunque todos ellos lo pudiesen llegar a merecer; por mucho que Cristiano Ronaldo tenga la necesidad vital de destacar por encima del resto de los mortales; por mucho que Pirlo o Sergio Ramos se desmadren chutando penaltis a lo Panenka; por mucho que Casillas sea el mejor portero del mundo; por mucho que Iniesta o Xavi sean los mejores jugadores españoles de la historia; y por mucho que, en definitiva, la caverna pretenda hacer creer a sus incondicionales que jugadores como Arbeloa cumplen los requisitos necesarios para optar al Balón de Oro, hay un hecho que es absolutamente irrefutable: los jugadores que coincidan en el tiempo con un Messi en su actual estado de forma, tendrán que mirar desde la distancia el galardón que, con tanta impudicia, pretenden adjudicar a cualquier otro los medios nacional madridistas.

Si de lo que se trata es de distinguir al mejor jugador del mundo, el único destinatario objetivo del Balón de Oro, hoy por hoy, es Leo Messi.

Es opinión. Pero por mucho que le pese a la caverna, también es la pura y dura realidad.

lunes, 2 de julio de 2012

763 días después...


763 días después de que Florentino Pérez vendiese el alma del Real Madrid, la caverna ha declarado, oficialmente, que el modelo que cambió la historia del fútbol tiene un padre y una madre… adoptivos, pero padres al fin y al cabo.

La ilegal adopción del modelo comienza a gestarse cuando el 31 de mayo de 2010, Jorge Valdano presenta a un José Mourinho cuya misión vital, a partir de aquel momento, fue liquidar, por lo civil o por lo criminal, la supremacía del F.C. Barcelona.

En aquellos momentos, las credenciales del entrenador portugués se antojaban inmejorables, sobre todo teniendo en cuenta  que The Special One acababa de adjudicarse una Champions en la que había eliminado con el autobús al  todopoderoso Barça  y que desde un indisimulado resentimiento, ya había declarado una guerra abierta contra todo aquello que oliese a F.C. Barcelona.

Paralelamente, la Selección española, campeona de Europa en 2008 de la mano de un Luis Aragonés que había rebajado la Furia a base de toque y control, se hallaba a las puertas de proclamarse campeona del mundo dirigida por un icono del madridismo, Vicente del Bosque, que plenamente consciente de lo que se jugaba, había delegado ya el juego de la Roja en el incontestable sistema del F.C. Barcelona.

En este escenario, con el Barça controlando las competiciones de club e inspirando a la mejor selección del mundo, Mourinho se erigía como única oposición a la absoluta hegemonía de un sistema gestado en la Masía, y comenzó a planificarse el cavernario plan para arrebatar al Barça la tutela de ese sistema, la paternidad del concepto.

En la temporada del desembarco mourinhista, el Barça se adjudica Liga y Champions, mientras que una Selección con siete titulares blaugranas en sus filas, se pasea en su grupo de clasificación para la Eurocopa de 2012.

Algo fallaba. Pero la Copa del Rey se erige en la tabla de salvación de un proyecto mediático diseñado para destruir y no para construir.

Con el inenarrable éxito de una revalorizada Copa, la caverna emprende con renovados ánimos el camino que marca el dedo de Mou, para en una magnífica temporada blanca, ganar la LIga y decretar el fin de ciclo de un juego que aburre.

Así pues, con el guardiolismo cautivo y desarmado, y habiendo alcanzado el mourinhismo sus últimos objetivos; o sea, habiendo conseguido un estratosférico campeonato que deja en nada la ridiculez de una Supercopa de España, una Supercopa de Europa, un Mundial de clubes y una ahora desprestigiada Copa del Rey, sólo quedaba eliminar cualquier rastro blaugrana de una Selección que se asomaba al hito histórico de encadenar tres grandes títulos consecutivos. Es decir, había que apoderarse de uno de esos tripletes que, vía Real Madrid, tan caros resultan para la caverna.

La oportunidad se presenta en bandeja de plata con las lesiones de Puyol y Villa.

Sin pareja de centrales culés, Sergio Ramos deja el lateral derecho a un Arbeloa que según el criterio de algún iluminado, tendría más papeletas que el propio Cristiano Ronaldo para conseguir el Balón de Oro, en razón de títulos conseguidos.

Y con el mágico Arbeloa, Iker Casillas, Sergio Ramos y Xabi Alonso, el Real Madrid aporta cuarto titulares a una Selección que, contando con Albiol, da argumentos a The Special One para presumir de columna vertebral mourinhista en España, olvidando por supuesto que en cantidad y calidad, es el Barça el que sigue dibujando la personalidad de una Selección que, de todos modos, sigue aburriendo a la Corte del Tito Flo.

Pero ha bastado que Alfredo Relaño otorgase la paternidad de la excelencia a Luis Aragonés, que un Tomás Roncero acongojado por el extraño papel de su adorado CR7 en la Eurocopa derramase acongojantes lágrimas de cocodrilo ante la incomprensión de una España que ya no era la suya, y que a Sergio Ramos le diese por transformar un penalti a lo Panenka, para que, en el año en que Mou cree haberse cargado el concepto, a la caverna le de por publicar que España ha nacido por generación espontánea y no por la fecundación in vitro de los óvulos de la Masía.



Que se lo crean. Que se crean que 763 días después, Mourinho es el papá y la España de Manolo el del bombo la mamá del concepto.

Veremos con quien se queda el concepto a partir de finales de agosto…