martes, 26 de noviembre de 2013

Sin renegar del pasado...


Hoy juega el Barça en Amsterdam.

Los buenos resultados del equipo del Tata Martino permiten afrontar un partido de Champions con más preocupación en medir el nivel de tensión en un palco del Amsterdam Arena en el que coincidirán Sandro Rosell y Johan Cruyff, que en conseguir el punto necesario para garantizar el primer puesto en la fase de grupos. 

Mientras el apoyo mediático al presidente no cede, el antagonismo dirigido crece y crece en las redes sociales.

La oposición a Rosell, además de lógica es necesaria. La gestión de la actual directiva es, cuanto menos, controvertida y además cuenta con el handicap de tener que administrar una realidad deportiva que no podrá superar, en ningún caso, a la de su precedente.

Si a las más que discutibles decisiones administrativas de Rosell y su equipo, a alguna polémica decisión deportiva y a la nefasta política de comunicación, añadimos el inconmensurable error de tomar decisiones marcadas por el rencor, lo más racional es esperar que esta Junta deje paso a nuevos planteamientos en las próximas elecciones.

Pero, ¿hay que esperar a las próximas elecciones? ¿Es tolerable el actual clima de crispación?

Parece que si. Es mejor agotar el mandato de la actual Junta directiva. Pese a las voces catastrofistas del entorno, la situación general del club no es objetivamente peor a la de hace tres años y medio. La mayoría es conservadora y una fractura social generaría una herida difícil de cicatrizar.

Y parece que también. El actual clima de crispación es aún soportable. La crispación actual, más allá del perenne ruido de sables generado por la caverna, es más importante en Twitter que en el mundo real. El resentimiento y la inquina que mueve a esta Junta directiva no es menor que la que mueve a una oposición obsesionada con recuperar el poder a cualquier precio y que, ante la parcialidad de los medios locales, ha optado por explotar el potencial de las redes sociales.

Como dice Ramon Besa en su artículo "Un ejercicio de nostalgia": "Ya se sabe: el presente invita a confiar en el futuro sin renegar del pasado".

Yo apuesto por ello.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Para mear y no echar gota.


"Le tenéis manía a Cristiano. No aceptáis el hecho de que ahora está mucho mejor que Messi".

Nunca se puede hablar en nombre de un colectivo. Hablar en nombre del barcelonismo es, además, completamente imposible, porqué hay culés encantados con la trama de Qatar, hay culés a los que los negocios con Tutumlu les parecieron adecuados y hay culés que creemos que Manolo Clares era un extraterrestre que nos fue enviado para descubrirnos el lado bizarro del fútbol.

Sin embargo, a nivel personal, puedo decir que si, que le tengo manía a Cristiano Ronaldo; y que si, que acepto que ahora está mucho mejor que Leo Messi. 

Tener manía a Cristiano, pese a la incredulidad del madridismo en pleno, es bastante sencillo. No comulgar con las formas de un jugador que nunca ha ocultado un egocentrismo desmesurado y que ha abusado hasta el paroxismo de una gestualidad tan absurda como poco futbolera no me parece excesivamente complicado.

Aceptar que ahora, en estos momentos, Cristiano está mejor que Messi, no requiere mayor exigencia que haber finalizado el ciclo de primaria. El portugués, que es un jugador enorme, está probablemente en el mejor momento de su carrera... y Messi está, en mayor o menor medida, lesionado desde el mes de abril. Hoy está lesionado del todo. Lo preocupante para Cristiano sería no estar, ahora mismo, jugando mejor que Leo.

Aclaradas esta premisas, creer que el Balón de Oro de este año será un fraude, va más allá de los colores que uno tenga.

En los últimos cuatro años, el ganador ha sido un Leo Messi inconmensurable. Decir que ha sido el ganador aceptado por todo el mundo del fútbol se ajustaría a la realidad si no fuese por la continua campaña de desprestigio de la caverna mediática.

Hasta la llegada de Cristiano al Real Madrid (es importante recordar que llegó como Balón de Oro, después de perder una final de Champions ante el Barça de Guardiola... y de Leo Messi), el galardón era un reconocimiento que, más allá de alguna opinión divergente y del raulismo más impenitente, contaba con la aceptación general. Además, la FIFA no controlaba aún el premio.

Grandes jugadores nunca lo ganaron y jugadores no tan grandes se alzaron con él, pero la sangre no acostumbraba a llegar al río. 

Sin embargo, la contratación de Cristiano, diseñada para contrarrestar el poder mediático de Messi y finiquitar la hegemonía del F.C. Barcelona, significó el nacimiento de un debate artificial sobre quien era el mejor jugador del mundo.

La inversión de Florentino debía ser protegida, y Cristiano ya no podía ser un grandísimo jugador, Cristiano debía ser el mejor. Como diría aquel, "por lo civil o por lo criminal". Y como por lo civil no podía ser, se optó por lo criminal.

Ante la unánime aclamación del mundo del fútbol a un Messi que iba batiendo todos los records, ante la imposibilidad del aparato mediático de Florentino Pérez de aupar al ídolo madridista al estatus de mejor jugador del mundo, de mejor jugador de la historia, y dentro de una estrategia difamatoria global, se tomó al Balón de Oro como objetivo concreto del armamento pesado filomadridista.

Dependiendo de las circunstancias concretas de cada uno de los años en que Leo Messi arrasaba en las votaciones, se esgrimía un argumento determinado para demostrar que la tontería esa del Balón de Oro era una camama, una patraña y un tongo como una casa.

Si era año de Mundial, se lanzaba una cruzada patriótica a favor de cualquier jugador de la Selección española. Si era año de Liga del Madrid, se esgrimían títulos como requisito indispensable. Si era año de records messiánicos, se desempolvaba la mítica figura de Chitalu... Cualquier cosa valía para demostrar que la FIFA, nueva propietaria del trofeo, no era más que una cueva de ladrones alineada con el complot universal del que eran víctimas Cristiano Ronaldo y el Real Madrid.

Que Messi fuese el mejor jugador del mundo era un detalle menor que no venía a cuento.

Paradójicamente, el argumentario anti-Messi ha dejado de tener sentido cuando Cristiano no ha ganado ningún título. Hay que esperar a una lesión mal tratada, mal gestionada y mal explicada, que deja medio año fuera de combate a Messi, para lanzar la más furibunda de las campaña en pos del portugués.

Lo que antes eran impedimentos insalvables para conceder el título honorífico de mejor jugador del año, son ahora fruslerías que se esconden detrás de una enorme cantidad de goles en 2013 y de dos meses estratosféricos a final de año.

Los 91 goles que marcó Messi en 2012 quedan en nada ante los 66 que lleva Cristiano... Se especula con batir la marca de 75 de Pelé, ignorando la marca de Gerd Müller o el record del propio Messi (y olvidando por completo al impagable Chitalu).

La Liga y la Supercopa de Messi son una nimiedad ante el Trofeo Santiago Bernabéu de Cristiano. 

¿Quien necesita títulos justamente el año en que Ribéry surge como un forúnculo en el ano?

Si no había suficiente con Messi, cuando a este le da por romperse, surge un francés tan bajito como el argentino, ni tan rico, y desde luego ni tan guapo como el portugúes, pero casi tan buen jugador como él, que decide plantarse como gran favorito después de ganar todo lo que se puede ganar en una temporada. ¡Qué putada!

¿Qué hacer? Lo más sencillo sería crear un premio auspiciado por el propio club y la propia caverna para ganarlo todas las veces que fuese necesario. 

Al fin y al cabo, el Balón de Oro está "desprestigiado". ¿Mola ganar algo que tanto se ha despreciado? La respuesta es que si. A Cristiano le pone mucho el Balón de Oro y en el periodismo deportivo patrio, la memoria es selectiva y cuesta muy poco decir Diego donde se dijo digo.

Llega entonces una exhibición de humorismo rancio de Joseph Blatter y una demostración de fútbol de Cristiano Ronaldo fuera de plazo (ya no vendrá de un descuento salvador).

Y como Cristiano es el rey de las repescas, el presidente de la FIFA decide ahogar su arrepentimiento de cómico fustrado en forma de repesca salvadora.

El Balón de Oro premia al mejor jugador del mundo en el conjunto del año. ¿Quién es el mejor jugador del mundo? Messi. ¿Quién a tenido un año más completo? Ribéry. ¿Cómo lo solucionamos? Ampliando el período de votaciones una vez que éste ya se había cerrado y permitiendo el cambio en las votaciones.

Así pues, lo que contará este año para ganar el Balón de Oro será el número de goles marcados en octubre y noviembre y un partido de repesca jugado después de no haber sido capaz de clasificarte directamente para el Mundial con tu Selección.

Si Cristiano ha de ganar su segundo Balón de Oro, que lo gane este año, con un Ribéry cabreado, un Messi lesionado y un galardón absolutamente manipulado.

Por qué si... como siempre, la central lechera nos recordará que el Balón de Oro es tan fraude ahora como cuando lo ganó Messi. Y se quedarán tan tranquilos.

Pero me entran sudores fríos al imaginar que hubiese pasado si con un Ribéry ganador de todo, con un Cristiano campeón de Liga y de Supercopa de España y con un Messi desaparecido en la final de Copa y en el último Barça-Madrid y no habiendo sido capaz de clasificarse con su Selección para el Mundial en fase regular, va el Sr. Blatter y decide anular las votaciones (se supone que él ya conocía al ganador) y ampliar el plazo después de un partidazo de Leo en la repesca.

Sería para mear y no echar gota.





martes, 19 de noviembre de 2013

Trofeos a medida.


Como casi todo en este mundo, el fútbol se mueve por estados de ánimo y percepciones puntuales.

Números y estadísticas se aliñan a gusto del consumidor, y las encuestas se utilizan como armas arrojadizas.

En 2009, la IFFHS determinó que el Real Madrid era el mejor club de fútbol del siglo XX. La elección se resolvió según un coeficiente de puntos obtenidos en base a las victorias y empates conseguidos en Copa de Europa (y Liga de Campeones), Copa de Ferias y Copa de la UEFA, Recopa, Copa Mitrona, Copa Latina y Supercopa de Europa. Según los parámetros establecidos, el Real Madrid acumulaba 563,50 puntos, la Juventus 466 y el F.C. Barcelona 458.

Anteriormente, en diciembre de 2000, lectores de la revista de la FIFA, FIFA World Magazine, ya habían determinado (con un 42,35% de los votos) que el Real Madrid había sido el mejor club de fútbol del siglo XX. Según esa votación, auspiciada por la FIFA, el segundo mejor club del siglo XX era el Manchester United (9,69%) y el tercero el Bayern de Munich (9,18%). El F.C. Barcelona descendía al cuarto puesto, con un 5,61% de los votos.

A bote pronto, parece incuestionable que el Real Madrid fue, efectivamente, el mejor club de fútbol del siglo XX.

Sorprende, sin embargo, las diferencias entre una clasificación establecida en base a cifras y otra en base a la percepción de los lectores de una revista.

Si nos remitimos a las votaciones según percepción subjetiva, habría que tener en cuenta que cuando en diciembre de 2000, la FIFA World Magazine concedió el título de mejor club de fútbol del siglo XX al Real Madrid, el club blanco era el vigente Campeón de Europa. El campeón de la temporada anterior, 1998-99, había sido el Manchester United y en la 1997-98 también se había proclamado campeón el Real Madrid. En la 2000-01, el Bayern de Munich conquistaría la Liga de Campeones. En esa época, el F.C. Barcelona estaba presidido por Joan Gaspart y era entrenado por Llorenç Serra Ferrer.

Si nos remitimos a la fría estadística, y tenemos claro que hablamos de clubes de fútbol y no de clubes deportivos, sorprende que, por ejemplo, la Copa de Ferias tenga un coeficiente superior al de la Recopa cuando la UEFA ni siquiera reconoce oficialmente dicha competición (en cualquier caso, como gran dominador de ambas competiciones, la puntuación beneficia al F.C. Barcelona) o que no computen las competiciones nacionales.

Pero sorprende, sobre todo, que se hable del siglo XX en su conjunto, cuando la primera edición de la Copa de Europa comenzó a disputarse en la temporada 1955-56. ¿Lo que sucedió antes no cuenta?

Parece que no. Cuando en abril de 1955 la UEFA aprobó la competición impulsada por L'Équipe, sentaba las bases de lo que iba a ser una época de dominio incontestable en Europa del Real Madrid. Y no hay que ignorar que Raimundo Saporta y Santiago Bernabéu fueron los grandes valedores del editor del periódico deportivo francés, Gabriel Hanot, en esa aventura.

Entre 1948 y 1955, el F.C. Barcelona se había adjudicado, Copas Martini & Rossi y Copas Duward aparte, cuatro Ligas, tres Copas de España, la Copa Latina en dos ocasiones y dos Copas Eva Duarte.

En 1950, con la llegada de Ladislao Kubala, el dominio del F.C. Barcelona era incontestable.

Ante este panorama, y apoyado por un Régimen que estaba muy por la labor, Santiago Bernabéu no dudó en perpetrar, en 1953, el escándalo Di Stéfano. Haciendo imposible la pareja Kubala - Di Stéfano, era necesario crear un escenario donde el astro argentino explotase todas sus cualidades. La Copa de Europa era el escaparate ideal.

Sesenta años después, la historia parece repetirse.

Las estadísticas se manejan según interese y los éxitos se relativizan o se sobredimensionan dependiendo de la trinchera.

Si a nivel de clubes, y con villaratos, platinatos, calendariatos y acusaciones de dóping a discreción, la paciencia de algunos ha llegado al límite, ésta se ha desbordado con el absoluto dominio, a nivel individual, de Leo Messi.

Cuatro Balones de Oro más tarde (entre otras menudencias en forma de FIFA World Player, Botas de Oro y demás) y aprovechando la lesión del mejor jugador del mundo, la campaña pro Cristiano Ronaldo ha llegado a límites demenciales. Es ahora o nunca.

Después de desprestigiar un trofeo que, según ellos, hubiese tenido que distinguir a cualquier futbolista menos a Messi, se presenta la oportunidad de cambiar argumentos y volver a considerar el Balón de Oro como lo que siempre ha sido: el reconocimiento al mejor jugador del mundo. Veremos.

Y si no, pueden volver a hacer lo que ya hicieron con la Copa de Europa: diseñar un trofeo a su medida.

Sería la oportunidad de que Cristiano Ronaldo ganase cinco consecutivos.




miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Os odio a todos!


Odio las camisetas del Barça para la temporada que viene.

Las odio porque son Nike y no estoy de acuerdo con el draconiano contrato que liga al F.C. Barcelona con la firma estadounidense... pero odiaría que no fuesen Nike porqué eso demostraría que la directiva se vende al mejor postor y prima esos intereses personales tan absolutamente inconfesables por delante de los propios intereses del club.

Odio que luzca la Senyera en la parte frontal porque eso supone un paso más hacia la politización del club a la que nos están arrastrando nuestros dirigentes... pero odiaría que la Senyera continuase en la parte posterior, porque en estos momentos el Barça ha de dar un paso adelante demostrando esa catalanidad consustancial a su esencia, por mucho que le pese a esos directivos tan moderados que ocupan el palco de nuestro estadio.

Odio que la segunda camiseta sea naranja, porque es una clara imitación de la segunda equipación que luce esta temporada el Real Madrid en Champions... pero odiaría que no fuese naranja, porque ese es el histórico color con el que ganamos nuestra primera Copa de Europa y que tanto nos identifica con la Naranja Mecánica de nuestro padre espiritual, Johan Cruyff, tan injustamente denostado por el presidente que nos toca sufrir.

Odio que la camiseta cuatribarrada pase a ser la tercera del equipo, porque además de ser la camiseta que representa a Catalunya, es la de mayor impacto económico en la historia del Club... pero odiaría que siguiese siendo la segunda camiseta, porque aunque a la actual Junta se la traiga al pairo, eso genera antipatía y malos rollos en el resto de España 

Odio que la camiseta del Barça de la próxima temporada siga teniendo franjas verticales, porque en pleno siglo XXI toca innovar y dar un paso adelante en lo que a diseño se refiere... pero odiaría que las franjas dejasen de ser verticales, porque después de que los individuos que manejan los destinos del Barça hayan vendido nuestra esencia a Qatar, ya solo falta que destrocen el diseño clásico de nuestra camiseta.

Y odio que la camiseta del Barça siga siendo azulgrana, porque aunque no tenga ningún motivo para hacerlo, sólo es cuestión de tiempo que se me ocurra.

Visca el Barça!

lunes, 11 de noviembre de 2013

Con la permanencia al alcance de la mano...


Cumplida una tercera parte de la temporada, el F.C. Barcelona suma 37 puntos, lo que le acerca a asegurarse la permanencia en Primera División. Visto el juego de los blaugrana, visto el análisis técnico del entorno, parece que ese sea el único objetivo a cumplir este año. 

Los resultados acompañan. El juego no convence. La oposición más intransigente acusa de resultadistas a los barcelonistas más conformes. El rosellismo más conspicuo tacha de desestabilizadores a los barcelonistas más disconformes. La mayoría silenciosa, muy real en este caso, observa y calla.

El Barça del Tata no es, ni puede ser, el Barça de Guardiola. Martino ha optado por confeccionar un collage que, como tal, no puede satisfacer plenamente a nadie, pero que parece servir para alcanzar objetivos.

El Barça ya no pelea como Cassius Clay. El Barça se faja como Mike Tyson... Algunos, como Valdés (y Bartra cuando puede), ponen la cara, y cuando el rival está blandito, los de delante (y Messi cada vez menos), ponen los puños.

Si el plan sirve para llegar al momento crucial de la temporada en forma y más inspirados que ahora, habrá que aplaudir. Si esa mejora se produce, negar el mérito de un Martino aterrizado en paracaídas en un club que quiere jugar como hace cuatro años con jugadores que ya no pueden hacerlo si puede ser síntoma de que la tomatera de Rosell no deja ver el bosque del Barça.

Mientras tanto, es muy posible que los intereses del F.C. Barcelona y de la Federación Argentina de Fútbol coincidan. 

Ahora mismo, el colchón de puntos en Liga y la clasificación para octavos en Champions, han de servir para que Messi descanse lo que sea necesario y llegue a la primavera en condiciones para disputar todos los títulos con el Barça... y el Mundial con Argentina.

A mediados de noviembre, me preocupan más las molestias de Cesc que la lesión de Messi.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Colgarse del caño...


Los dos grandes clubes del fútbol español vienen con aparato mediático incorporado. La ocupación de esos accesorios de serie es analizar hasta la extenuación cada uno de los aspectos relacionados con el día a día del equipo de sus entretelas.

Somos muchos los que creemos que la influencia de cada uno de esos aparatos no es proporcional al peso específico de ambas instituciones. Por una serie de circunstancias, la prensa filomadridista posee una caja de resonancia mucho mayor que la de la prensa afín al F.C. Barcelona.

Esa realidad, a mi modo de ver incontestable, conlleva una serie de vicios que distorsionan conceptos y percepciones. Manipulación, intereses inconfesables y fobias innegables pretenden alterar una realidad que, pese a todo, sigue siendo única e irrefutable.

Sin embargo, el incansable bombardeo con el que nos castiga la caverna mediática madridista nos hace olvidar, a veces, inconfesables intereses e innegables fobias de la prensa deportiva catalana.

El mejor Barça de todos los tiempos y un Real Madrid muy, muy antipático (por no decir que absolutamente borde), ha facilitado enormemente la labor, en Barcelona, de unos medios que se han visto inmersos, de forma casi inevitable, en el seguidismo y el aplauso palmero.

Pero que tus altavoces sean más pequeños y tu estilo más pausado, no equivale a que tu forma de hacer periodismo no esté contaminada por cuentas pendientes y rencores mal digeridos.

Por mucho que las grandes estrellas de la caverna mediática madrileña, en un infantil intento de autojustificación, no se cansen de acusar a los medios catalanes de ocultación y pensamiento único, la historia nos habla de un entorno cainita y autodestructivo que, a la primera ocasión, se lanza a la yugular del primo hermano. Por no retroceder a épocas más lejanas, sólo hay que recordar el tratamiento que se dio al sustituto de Johan Cruyff en el banquillo del Barça. La suerte es que el Tata no se ha venido con traductor incorporado.

Algunos se empeñan en ignorar las circunstancias en las que Martino se ha visto obligado a aterrizar en Barcelona (convirtiéndose en el técnico con mejores resultados en su debut de la historia del F.C. Barcelona, dicho sea de paso). Pesa más esa inacabable guerra intestina que no entiende de objetivos comunes ni de épocas de transición. El odio y la inquina a un incompetente Rosell arrastran a un Tata que sigue esforzándose en tirar de oficio y trabajar con lo que tiene. Pero no es culpa del técnico argentino que algún tótem sagrado no siga en el Barça, ni de que las piernas de los jugadores que alcanzaron el paraíso del fútbol sean cuatro años más viejas. No es culpa suya que sea tan difícil no cambiar nada cuando, en realidad, todo ha cambiado.

El Tata ya sabe que le esperan con el lanzallamas desenfundado y que la primera derrota será una excursión al Monte Calvario. Nadie dijo que ser entrenador del Barça fuese un trabajo fácil, pero lo que ha quedado claro es que nunca es gratis hablar de la prensa... sea la de allí o la de aquí. 

Desde ayer, Gerardo Martino ha demostrado que, hablando claro y diciendo la verdad, es bastante fácil ponerte a la "prensa amiga" de culo. 

Porqué si. Los periodistas de bufanda no son más que unos barras bravas. 

Y solo les falta colgarse del caño.