martes, 25 de octubre de 2011

Cuestión de cuernos.

Llevamos ya varías temporadas dándole vueltas a fenómenos como el cagómetro, el villarato, las quejas de Mou, el acoso y derribo a Guardiola y, últimamente, la demonización de los valores del Barça y de sus jugadores.


La caza, por lo civil o por lo criminal de cualquier cosa que se mueva en blaugrana, con el indisimulado propósito de revertir la actual situación, ha alcanzado tales cotas de cinismo y desfachatez que ha adquirido un preocupante carácter de normalidad.

Intereses económicos de un amplio espectro mediático en España y el fatuo sentimiento de una buena parte del madridismo de que la liga española es el cortijo de los herederos de Santiago Bernabéu, parecen impedir el reconocimiento dos hecho más que sorprendentes: la imposibilidad de los medios afines al Real Madrid de volver a la normalidad después de haber superado el punto de no retorno, y la narcosis colectiva de una afición que prefiere mirar a otro lado antes que reconocer hechos tan objetivamente repudiables como la manipulación de imágenes o la difusión de falsas acusaciones.


Cuando se manipula y se engaña, y existe un público ávido de ser manipulado y engañado, es inútil que nadie pretenda convencer a ese público de que le están levantando la camisa. Muchos están tan enamorados de su pareja, que prefieren ignorar su hermosa cornamenta con tal de seguir manteniendo su particular historia de amor con la traicionera adultera.

Al final, lo que acostumbra a suceder, es que el cornudo acaba quedándose a solas con sus cuernos.

1 comentario:

  1. Todo el mundo habla de Cesc. Cesc por aquí, Cesc por allá…

    Nadie habla de Kanouté. Bastante bien parado ha salido. ¿Y a partir de ahora, qué? ¿Una agresión, con previa provocación, con intención descarada de liarla, con una tarjeta amarilla ya…, de castigo tendrá un solo partido?

    Así que, en adelante, si alguno lía una tangana y cada vez que alguien del Barça reaccione, de la forma que sea, si es insultando mejor, el rival que le suelte una hostia y le clave los tacos en la cara. Después enmarañas la pelea, dejas caer la patraña del racismo (aunque sea tu madre en la que se hayan cagado), y como el viento sopla favorable a la caverna, estos cagatintas se encargarán del resto.

    Total, un partido. Un chollo, oiga. A descansar, que ya está mayorcito, y si encima viene el colista pues me libro para otro partido más importante.

    Faena perfecta. Ah, que falta algo: lapidar a Cesc.
    Roman.

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