martes, 22 de mayo de 2012

Panmadridismo de verbena.


En un pasado no muy lejano, cuando el Real Madrid de la quinta del Buitre ganaba ligas a porrillo, al sufrido barcelonista le quedaba poco más que agarrarse al orgullo de sentirse parte de aquello que se entendía como més que un club.

A nivel vitrinas del museu, el més que un club servía de más bien poco, pero al menos, ese sentimiento ayudaba digerir el dominio de un Real Madrid encantado de conocerse.

Aquel Real Madrid tampoco iba mucho más allá en Europa, pero ya se sabe, en el país de los ciegos, el tuerto era el rey.

Y sin embargo, cuando al Dream Team de Johan Cruyff le dio por comenzar a cambiar la historia, aquel tuerto vestido de blanco tuvo que echar mano de palmarés para acallar cualquier voz disidente.

Entonces el Barça ganaba tanto como el Madrid, pero unos resultaban ser poco menos que unos advenedizos, mientras que otros seguían siendo el mejor equipo del siglo XX, además, por supuesto, de ser el equipo de España.

Cuando con Pep Guardiola y Leo Messi, vía Frank Rijkaard y Ronaldinho, al Barça se le ocurrió comenzar a ganar más, mucho más, que al Real Madrid, jugando además infinitamente mejor y ganándose la simpatía de una mayoría, la caverna decidió perfeccionar una cualidad históricamente madridista: la de sobredimensionar cualquier éxito, por nimio que pudiera resultar.

Y el nivel de perfeccionamiento fue tal, que además de celebrar pichichis como si de Ligas se tratase o equiparar una Copa del Rey con una Champions nonata, el madridismo fue capaz de apropiarse de los triunfos del equipo de su futuro entrenador (la Champions del Inter) y ha tenido el morro de fagocitar la victoria del antiguo equipo del actual dueño del corralito blanco (véase la Champions del Chelsea). O sea, que cuando es necesario, el merengonismo no tiene reparos en asociarse a éxitos ajenos. Todo vale con tal de imaginarse, aunque sea en sueños, al mismo nivel que los tocahuevos blaugrana. 

Es el panmadridismo de verbena.

Porque la caverna es capaz, ante el riesgo de que Messi vuelva a pasarle la mano por la cara a Cristiano Ronaldo, de abogar por la candidatura al Balón de Oro de un Drogba cuyo teatro parece ser más del gusto mesetario que el de Alves o Busquets.


Y si a la caverna se le agotan los dardos contra un Barça al que ya no puede difamar más, que mejor que arremeter contra un Bayern que después de ser el único equipo capaz de jugar a algo en la final de Champions, cae a imagen y semejanza de los señores de ahí arriba contra una imitación del equipo de su idolatrado Mourinho.

Todo son risas y cachondeo, a la espera de que Barça y Athletic Club jueguen una final de verdad en un estadio donde no es necesario reforzar las letrinas.

Eso si, en cuanto se acerque esa final, la que puede cerrar el círculo virtuoso de la era Guardiola y mantener al F.C. Barcelona en su actual posición hegemónica, más de uno se olvidará de Drogba, del Chelsea, de Neuer, del Bayern, y abrazará la fe verdadera del Athletic Club de Bilbao, porque aunque sea a costa de envolverse en una ikurriña, los leones incluso pueden convertirse en unos recios y simpaticotes primos del norte...

Cualquier cosa antes de que el Barça gane una Copa que el año pasado era mucho más Copa que ahora.


1 comentario:

  1. Es simplemente una estrategia de supervivencia. Los programas/panfletos de índole madridista ganan mas dinero que los barcelonistas porque hay mas aficionados del Madrid. Con lo cual hay que asegurarse de que esto siga así. Ensalzar lo propio y hundir lo conseguido por el rival es la solución. En los últimos años han crecido mas los seguidores culés que los merengues y de seguir así ven peligrar su condición de grandeza.
    Yo estoy por hacerme madridista para así vivir mas tranquilo.

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