viernes, 13 de septiembre de 2013

Johan... que gane el mejor.


Si yo hubiese nacido en Amsterdam, me hubiese criado en el Ajax y hubiese defendido sus colores durante doce temporadas en dos etapas distintas, podéis apostar a que mi corazoncito estaría siempre con los ajaccied. Sin duda.

Pero si el mundo del fútbol me considerase un símbolo del F.C. Barcelona, si cualquiera que tuviese un mínimo criterio futbolístico me adjudicase la paternidad del "concepto" de la excelencia blaugrana y si el Barça fuese parte consustancial de mi leyenda, me cuidaría muy mucho de lanzar mensajes que pudiesen generar confusión entre el barcelonismo.

Parece lógico que Johan se decante por su Ajax en un enfrentamiento en Champions contra su Barça. Por supuesto. Pero parece aún más evidente que un monstruo futbolístico de su magnitud, al que nada le puede pillar por sorpresa y que tiene las criadillas lirondas de obsequiar con proclamas ideológicas al mundo, es capaz de responder de forma políticamente más correcta.

El cruyffismo irredento alegará, posiblemente con razón, que la sinceridad descarnada es una virtud propia de genios y que la actual directiva no se merece otra cosa. Puede que si.

Pero es precisamente el cariz que está tomando su enfrentamiento con Sandro Rosell lo que contribuye notablemente a agrandar la otra leyenda de Cruyff... la de que no mueve un dedo si no es cobrando.

Hablamos de negocios. Si. Hablamos de profesionales. Evidentemente. Pero siempre he echado en falta una actitud algo más generosa por parte de elementos que han conseguido elevarse por encima del común de los mortales desenvolviéndose en un negocio que, no lo olvidemos, se nutre fundamentalmente de los sentimientos de esa (aquí si) mayoría silenciosa.

Y por cierto, en el Barça-Ajax, que gane el mejor. Que gane el Barça.


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